Conoció a Agraviado Martínez por
medio de las redes sociales. Él, era un infatigable defensor de la justicia, declarado
obradorista desde finales de los años ochentas. Florencia le admiraba por ser
un hombre de alto valor. Ella, por ese medio compartía su poesía, y desde luego
Agraviado era su fiel lector. Se hicieron grandes amigos. Él la invitaba a
participar en todos los grupos de política en que él colaboraba. Ella feliz lo
seguía.
No era que a ella le gustara
participar en la política, más bien lo hacía para quedar bien y estar cerca de
su amigo. Florencia pensaba que era mucho estrés. La encorajinaba leer los comentarios
que hacía la parte contraria utilizando un lenguaje tan basto cuando se trataba
de debatir, siendo nuestro idioma tan amplio y profuso. Un día ella entablaba
una conversación por chat con su amiga Rosario, hablaban sobre Rafael Sebastián
Guillén Vicente, mejor conocido como el subcomandante Marcos. Se puso el alias
de “Marcos”, porque era el nombre de un compañero ya fallecido del propio
Comandante Rafael Sebastián.
Florencia le comentaba que ella
lo admiraba por su lucha a favor de la democracia, libertad, paz, y justicia, a
beneficio de las comunidades indígenas, y por ser uno de los líderes del grupo
armado indigenista mexicano EZLN (Ejército
Zapatista de Liberación Nacional), y
sobretodo porque se distinguía por sus habilidades literarias e intelectuales.
Había leído la carta que el comandante, “Marcos”, le había escrito al General
Don Emiliano Zapata donde le decía:
“Aquí estamos mi General, aquí seguimos. Aquí
estamos porque estos gobiernos siguen sin memoria para los indígenas y porque
los ricos hacendados, con otros nombres, siguen despojando de su tierra a los
campesinos. Como cuando usted llamó a luchar por la tierra y la libertad, hoy
las tierras mexicanas se entregan a los ricos extranjeros. Como entonces pasó,
ahora los gobiernos hacen leyes para legitimar el robo de tierras. Como
entonces, los que se niegan a aceptar las injusticias son perseguidos,
encarcelados, muertos. Pero como entonces, mi General, hay hombres y mujeres
cabales que no se están callados y se luchan para no dejarse, se organizan para
exigir tierra y libertad. Por eso le escribo a usted Don Emiliano, para que
sepa usted que aquí estamos, aquí seguimos”.
Florencia consideraba que un hombre que lucha
en contra de las injusticias defendiendo los derechos de su gente no podía ser
una persona de malos sentimientos. Y eso hacía que ella admirara más a su amigo
Agraviado y al Subcomandante “Marcos”, por esa gran empatía a favor del pueblo
mexicano.
Una tarde en que coincidieron en Facebook Agraviado
saludó a Florencia.
--¡Hola amiga!, quisiera presentarte a un
amigo…--, le escribió.
- ¿A un amigo?... pero yo no necesito amigos…
ya cuento con tu amistad, ¿para qué quiero más amigos?...--, respondió algo
confundida y molesta.
Agraviado sabía de la admiración de su amiga
por el Subcomandante Marcos.
--¿Y si me quiere presentar al Subcomandante
“Marcos”?...--, pensó ilusionada, y respondió al fin:
--¡De acuerdo!
Él, le mostró una fotografía enviándosela por
el chat.
Se trataba de un caballero mayor que ella, más
o menos de unos cincuenta años. Con buena presencia y gentil figura, de rostro
tranquilo y plácido. Lo que más le llamó la atención fue su afable sonrisa, la
cual alcanzaba a distinguir en la fotografía. El hombre participaba en una
manifestación afuera de la embajada de U.S.A, sosteniendo con firmeza una
pancarta, que decía:
“Pedir ayuda a E.U con el narcotráfico, es
como amarrar al perro con longaniza”.
¡BASTA YA DE ESTA GUERRA INGENUA!
Florencia se quedó mirando la fotografía
detenidamente por un buen rato. Sintiendo que el corazón le quería explotar. Ese
hombre que sin conocer había logrado arrancarle un suspiro.
En eso volvió a saltar el chat.
--¿Estas?
--¿Viste a mi amigo?... ¿creo que no está bien
de la cabeza, verdad?
Las palabras de Agraviado hicieron mella en
sus sentimientos.
--¡Cállate, necio!... ¡no sabes lo que
dices!...--, y continuó:
--¡Me gustan los hombres valientes dispuestos
a librar cualquier batalla… detesto a los pusilánimes sin valor ni espíritu
para afrontar situaciones peligrosas o arriesgadas!
Y solo alcanzó a leer unas palabras que
Agraviado le escribió en el chat para luego desaparecer.
--¡Ja,ja,ja!... espera, ahora regreso… quiero
hablar muy seriamente contig…--, dejó escrito Agraviado.
Dentro de un rato volvió a saltar el chat.
--Ya regresé… ¿estás?
Ahí estaba ella y escribió:
--¡Si hombre, te espero!... ¿acaso me presentarás
al comandante “Marcos”?... ¿lo conoces? --, preguntó inquieta finalmente.
--¿Cómo crees Florencia?... a quien te quiero
presentar es a mi amigo, al de la fotografía… pero antes quiero confesarte
algo.
Y siguió escribiendo.
--Yo no me llamo Agraviado… por razones
personales tuve que abrir este perfil, pero es falso…--, aseveró el amigo.
---¡Mmm!... ya me lo imaginaba… la verdad ese
nombre está muy feo, no me gusta, pero… entonces… ¿quién eres y de que planeta
vienes?...--, interrogó ella.
--Ya en serio amiga, mi nombre verdadero es…--,
y por unos minutos dejó de escribir.
Florencia puso los codos en el escritorio
recargando las manos sobre su rostro esperando ansiosa la respuesta de su
amigo, el supuesto Agraviado.
Y pensó:
--Este amigo creo está peleado con la vida,
por eso eligió ese desagradable nombre… ¡ja,ja,ja!...--, no paraba de reír, le
causaba gracia que Agraviado le hubiera tomado el pelo. Llevaban ya un año de
amistad y ahora se le ocurría amargarle la tarde.
De pronto, saltó nuevamente el chat.
--Florencia…--, escribió Agraviado.
--Mi verdadero nombre es Rodrigo Montesinos
Nuevamente ella estalló en carcajadas a la vez
que escribió.
--Ya no sé cuál de los dos nombres está mejor,
si Agraviado o Rodrigo.
--¡Ja,ja,ja!... ¡bueno… ya en serio,
cuéntame!... ¿a qué te dedicas en la vida real, aparte de “leguleyo”?
-- Soy una figura pública… ¿ves?...--,
escribió.
En eso algo que apareció en la parte de arriba
del ordenador llamó la atención de Florencia.
Rodrigo Montesinos, acababa de enviarle
solicitud de amistad, la cual ella aceptó de inmediato. Y en ese mismo momento
Rodrigo le envió mensaje por messenger.
--Me sacas de quicio agraviado--, le escribió
ella.
De
aquel lado de la pantalla leyó.
--¿Quieres ser mi novia cibernética?... preguntó
Rodrigo.
--¡No!... ¡no quiero ser tu novia cibernética…
quiero ser tu novia real…--, respondió del otro lado de la pantalla Florencia.
Ella, tenía la esperanza de que fuera en realidad
el Sub Comandante “Marcos”; y desde entonces, Rodrigo y Florencia se profesan
un amor sin límite, un amor que va más allá de esta vida. Sin embargo, ella
sigue pensando que Rodrigo es el gran amor de su vida, el hombre de sus sueños,
Rafael Sebastián Guillén Vicente, mejor conocido como el Subcomandante “Marcos”.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
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