Voló como el águila a posarse a tierras extranjeras
y me senté a la vera del camino
viéndolo partir con mi corazón herido.
Con mi rostro bañado en llanto contemplando al cielo
se lo encomendé a el Eterno
y un hondo pesar se apoderó de mis entrañas
cuando tuve que abrir mis cansadas alas
para que elevara su magestuoso vuelo.
Fue entonces que escuché las palabras sabias de un poeta
que a mis oídos y en mi mente repetía
,no llores poetisa las aves son libres
no intentes cortar sus alas ni su alegría.
Algún día volarán del nido
y en su vuelo recordarán los sabios consejos
y volverán a refugiarse en las alas que los arrulló
siendo apenas unos pequeños traviesos.
Y voló ante mis ojos que nunca dejaron de derramar su llanto
pero al volver traía en sus alas atada la ilusión
y una blanca paloma en mi regazo acomodó contribuyendo mis pesares
fue siguiendo la estrella que lo guió hasta donde se encontraba ella
durmiendo en blancas nubes para después elevar junto a él su majestuoso vuelo
de regreso al águila quien lo acurrucó en su nido.
Autoria: Ma Gloria Carreon Zapata.
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