El universal luto que padecemos
me avergüenza. La Libertad ha sido de nuevo acallada y silenciada por la
sinrazón humana. Por la voz del poder por las armas.
La sangre derramada clama justicia
y el mundo desde su lejana impotencia solo puede ofrecer apoyo moral y
oraciones por las voces que ahora dormidas libertad pidieron, Liberación
suplicaron, dolor y muerte recibieron.
Es muy triste y caótico ver el
padecimiento a la tiranía en su más aterrador ejemplo.
El Pueblo sabedor de su debilidad
ante la necesidad de vida conjuga manos y voces en pro de la Libertad, de su
derecho más esencial.
Desde su autoproclamado trono el
poder pleno en altura y fuerza observa inexpresivo su devastadora obra. Se
erige en futuro sembrando desolación y muerte. Se auto dicta de beneplácito en
pro de la muerte, y reclama fidelidad a través de la sinrazón.
Hoy ese oscuro y lúgubre poder
cobardemente deserta dejando atrás desolación y a sus hijos sin futuro cierto,
sin futuro creado.
Las miles de voces que lloran a
los caídos reclaman voz y voto ante tal tragedia. Suplican al mundo una ayuda
que tristemente está muy lejos de abrazarlos.
El material poder del dinero se
lanza salvaje hacia su devastadora recaudación. Extiende su poder en forma de
ayuda material y ofrece futuro a cambio de “metálico” sometimiento.
La terrible situación largamente
sembrada por el poder, así lo dicta la política, erigida en sí misma como
salvadora de destrucción, valedora del Pueblo ante su sufrimiento frota sus
manos ante la adversidad y lo denosta a la eterna espera de futuro De Libertad.
A lo largo de los tiempos, en
este teatro que es la vida han sido muchos los locutores de la sinrazón humana.
Ucrania, y quién sabe si también
el mundo, acomodados en mudos palcos han asistido a un siniestro y devastador
estreno.
A un guion escrito con sangre y
lágrimas.
Autor: Alfonso Vicente López
Saget.
Imagen tomada de Google.
El autor nos presenta una
reflexión profunda y emotiva sobre la situación en Ucrania y la lucha por la
libertad y la justicia. La utilización de metáforas y símiles crea un efecto de
riqueza y profundidad, y el tono emotivo y reflexivo invita al lector a
reflexionar sobre la situación y a sentir solidaridad con el pueblo ucraniano.
Por Ma. Gloria Carreón Zapata.
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