Y caminé con la luna a mis espaldas
hundida cada vez en las tinieblas
con el alma fría como el témpano de hielo
creyendo que en el mundo sola me encontraba.
Y olvidé la risa,
me olvidé de todo
solo una lágrima me acompañaba
y el corazón huérfano de cariño sollozaba.
Buscaba, ¿que buscaba, compañía?
cuando perdida estuve entre multitudes,
pero me faltaba él
me faltaba su calidez y su cariño.
Y casi al final de mi camino
unos ojos que a lo lejos me miraban
como un lucero que sin darme cuenta
sigiloso me alumbraba,
y en idiomas para mi desconocidos
su lenguaje descifré en su risa, su mirada
y decía que me amaba.
Impasible corazón que inquieta
hechizo de la luna encubridora
que al oído le confesó mis penas
cuando tras de mi lunas llenas él ya caminaba
y yo sin darme cuenta ya le amaba.
Y llegó el amor cargado de promesas
y en su mano ramos de frescas esperanzas
rosas, violetas y azucenas
y unos labios sedientos me encontraban.
Y le amé haciendo a un lado
un tumulto de tristezas
me vestí de la más cara ilusión derramando risas
y un clavel de primavera me planté en el alma
me sacudí el pasado
y enterré mis penas.
Levantando mi rostro ahora doy gracias al cielo
y junto a él feliz de su mano
voy por la vida renovando sueños
viendo a la distancia como la vida pasa
y yo con él sembrando aún el amor en la esperanza.
Autoría: Ma Gloria Carreón Zapata
jueves, 29 de septiembre de 2011, 10:28
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