Gritó el silencio esa mágica tarde
ambos nos miramos sin reconocernos
ahí frente a frente el órgano hizo alarde
que viejos amores pueden ser eternos.
El cabello gris decoraba su testa
del mío brotaban también unas canas
reconocí su dulce mirada honesta
que fiel me miraba todas las mañanas.
Me abrazó amoroso y su tierna sonrisa
franca moderada, pero aún hermosa
no era el estudiante de blanca camisa
era el abogado de voz misteriosa.
Que al oído dijo, - siempre te he amado
a pesar del tiempo y de la cruel distancia
yo te amé en secreto, nunca te he olvidado
eres el gran sueño de mi tierna infancia.
Bendito mi Dios, que propició el encuentro
de amores perdidos un día en el camino
¿justicia divina?, propició el reencuentro
de grandes amores que hoy une el destino.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
Imagen tomada de Google.
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