La noche vestía de gala y danzaban las estrellas
en lo que una ráfaga de cálido viento
se colaba por mi antigua cristalera,
mi cuerpo ansiaba en esos momentos tu cuerpo,
cerré mis ojos y comencé a vivir el momento.
El amor en lo profundo de mi ser reclamaba tu presencia,
soñé que en tus brazos yo me abrigaba,
ceñido a mi cintura me hiciste tuya para toda la vida
y tu boca pronunciaba murmurando lo mucho que me amabas y yo te contestaba...
"Te amo, sin ti la vida me parece nada".
Y el aliento se mecía en nuestras desnudas bocas
en lo que nuestras voces se elevaban
en una nube hacia los aires,
tocando el azul celeste de los inmensos cielos
de pronto, sentí mi rostro humedecido.
Eran pequeñas gotas de cristal
que recorrían mi cara sin cesar
mientras yo soñaba con un poquito de felicidad,
esa que la savia me negaba
y en sueños yo le arrebataba,
es por eso que te quiero tanto,
es entonces que valoro la inmensidad de nuestro amor
es en tanto que te digo ahora amor
que eres el tesoro más valioso
que la vida me ha brindado.
¿Qué más puedo pedir?
si a tu lado lo he tenido todo a manos llenas
amado mío centella que iluminas mi camino
ahuyentas con tu amor
el ceño que me cubrió en fechas desconocidas
transformando de luz mi alma atormentada
por el frío, espejo de luz de mi sombría existencia.
Hoy en tu ser inspiro el Pegaso alado
de mis tristes versos,
peregrino de mis sueños
mi pasión desenfrenada,
en ti descansa el dolor de viejos tiempos
recordando el redondel de nuestros aprisionados besos
que conjugando un te amo en el presente
caminamos triturando en nuestras bocas
la palabra amor saboreando
la alquimia de nuestros cuerpos sorbo a sorbo.
Autora: Ma Gloria Carreòn Zapata
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