Era un dulce mirar una inventiva
un espejo sus ojos que al reflejarme sonreían,
un desearlos cada que a mi lado no los tenía
saboreando sus labios de miel dulce sinfonía
haciendo acorde a la más fina melodía.
Un soñar despiertos cada día,
ir de la mano derribando los obstáculos
que la vida nos ponía
gozando de nuestras fantasías
sin darnos cuenta que el amor moría.
Castañear de frías soledades
dejó en mi alma aquel amor tardío
que sin darme cuenta se adueño
del triste corazón mío
y un tumulto de inquietudes
heredo por siempre aquel
que a diario decía que me quería.
Y en mi boca dejó el sabor amargo
que tiene gemido de dolor
y voló cual gorrión del nido
más mi alma que lo amó por siempre
aún sigue calentando el nido vacío.
Autora: Ma Gloria Carreón Zapata.
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