Desde el alma suspiro,
el tiempo pasa como pasa la vida
implacable, el no perdona
y se lleva en su ascenso nuestros sueños.
¿Dónde depositaría el brillo de mi mirada,
aquella lozanía que mi piel guardaba,
y esa mueca de mi boca?
¡Impostora de mi risa!
Veo la sinuosidad de mi cuerpo dormido
cuando en otros tiempos bebió
el agua del manantial bendito
los actos que marcaron mi destino.
Cierro mis ojos, estiro mi piel y siento
sus manos acariciar mi rostro
diciéndome al oído, no hagas caso
¡te amo no importa que pase el tiempo!
inexacta y a destiempo de fecha mi boca le busca.
¿A dónde iría donde depositaría mi risa?
risa loca que demente se convierte en llanto
y se burla de mis sentimientos.
Quizá tal vez un día el regrese
y junto a él mis sueños
pero mi juventud, esa la ha atesorado el tiempo
que con ironía me grita...
¡estoy aquí presumida!
cada surco de tu rostro yo lo llevo de emblema
solo te dejo la juventud del alma.
Y a lo lejos el viento murmura a su paso
...¡cincuenta!
cierro mis ojos y pienso
traidor, porque labró mi daño.
Y una voz triunfante responde dentro de mí,
has podido llevarte su mocedad,
más la del alma, esa jamás podrás tocarla
permanece intacta y esa me pertenece a mí,
y en la vida, esa es la hermosura
que en verdad vale la pena
por qué no marchita su linaje.
En lo que yo sin mirar mi reflejo
miro hacia dentro
me veo junto a él nuevamente
amándole en silencio.
Autora: Ma Gloria Carreòn Zapata.
Imagen de Printerest.
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