Si me ves callada, no pienses vida que me ausento de ti, no, me quedo en silencio y al cerrar mis ojos olisqueo la esencia de tu ser, te busco con mis manos y siento la lisura de tus labios que ávidos de sentirse adheridos a los míos, danzan sobre mi piel y padecen como yo; la agonía de sentirte lejos, sin sospechar siquiera que los dos sufrimos por igual, amor.
Esta lejanía me esta asfixiando. Es entonces que tomo mi cuaderno y me pongo a garabatear unas letras, queriendo escribirle a la madre naturaleza, y por que no mejor, escribir una protesta en bien de los desprotegidos, o mejor plasmar mi disconformidad en contra de la hambruna, la vergüenza que siento al darme cuenta que hay muchos niños por ahí que no tienen ni que llevarse a la boca; en lo que a otros les sobra el dinero, derrochan solo en vanidades insulsas por ahí, o tratando de comprar la felicidad, tal vez si, un poco de amor para llenar esas vidas vacías que los hacen sentir más pobres de lo que ya tienen su alma.
Pero, al final termino diciéndote amor, que me duele la vida.
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