Un día los soldados eran todos,
fieles vigilantes marchando
al compás de mi melodiosa voz
que al nombrarlo a él henchidos de orgullo
cantaban.
Dos luceros mis ojos
que reflejaban la ilusión
de un amor soñado
y jamás correspondido.
Mi piel aún tiene el aroma
de su cuerpo impregnado,
con olores a jazmines
fresca y suave como el terciopelo.
Los días se fueron
como se va la nieve
al llegar la primavera
y hoy solo quedan los recuerdos
de aquel amor que juró ser eterno.
Y en un sollozo y un lamento
contemplándome al espejo
veo que él, amó mi cuerpo
sin importar los sentimientos.
Estos ojos han perdido el brillo
ya los soldados se han marchado uno a uno
la piel presenta las inclemencias del tiempo
y yo aún soñando con la luna.
Y en esta soledad recuerdo
aquel amor que un día me dio la vida
pero también me dio la muerte,
pasando a ser como la rama seca
cuando colgó la flor fresca en primavera
y ahora solo mantiene una triste y seca flor de otoño.
Qué lindo Gloria, como una luna de otoño, el caminar por los senderos, defendiendo las libertades empuñando la bandera del amor y el coraje. Gracias mi amiga por tan lindo poema.
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