Recordé la noche de nuestro encuentro
al tocar la arena mi suave piel,
la ola danzaba recio al nivel
acariciando el cuerpo y mi sostén
mimos fueron más dulces que la miel,
el argentado feliz
chapaleaba,
apacible mi cuerpo acariciaba
cuando tu nombre pronunció mi amén.
Obsesionada lo escribí en la arena
eternizando nuestro gran amor
deseo, ternura firme, candor,
vida muerte dicha separación
de dos cuerpos más no de nuestras almas
fusionadas aún en la distancia
disfrutan del recuerdo la fragancia:
de este bello sentir que es bendición.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario