Soñando toqué la luna
me elevé a las alturas
vi las aladas criaturas
poniendo nombre a cada una.
Acaso suprimí alguna
su nombre era gran ternura
a acaricié con premura
lanzándola a la laguna.
Más mía no era ninguna
y me invadió la amargura.
Al despertar en mis manos
adherido un gran lucero
colgaba de mi sombrero
ese que uso en los veranos.
Ídem vates mexicanos
esos que vi en el velero
que cuando dicen te quiero
ellos se sienten ufanos.
¿Será que son mis hermanos?
¡aman con amor sincero!
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
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