Tus manos blancura mate
como la plata
que me acarician
con ternura y amor,
dos aves que vuelan
haciendo surcos en el azur
buscando la eternidad,
dos alas ligeras que plasman
sobre el firmamento
un sentimiento que nace
de la soledad,
que incierto busca
tu nido y el mío,
para formar un hogar.
Amor, cuando veo las estrellas
que titilan a lo lejos,
creo ver tu rostro glorioso
que sonríe, y es entonces
que sobre lienzo dibujo
tu amor y el mío,
esperando ver llegar
el ansiado día
de estar junto a ti.
Y me inquieto amor,
cuando siento la tarde aprisionada
caer sobre mis hombros,
y ansiosa busco tu boca
deliciosa para saciar mi sed de ti,
así alimentar la esperanza
de un mañana mejor,
y juntos volar hacia
la luz de la libertad.
¡Oh, si sus besos
se posaran en mi boca!
quizá la vida no me supiera
a derrota,
si sus ojos no dejaran
de mirarme ni un instante
mi alma no sufriera
al dejar de contemplarle.
Ese dolor que se clava
como lanza en mi pecho
cuando por algunas horas se ausenta,
magulla mi alma,
¡que tormento!
Es él, quien remueve
las fibras de mi ser,
él, quien por un beso
se ha metido en mi alma
y sin él, me siento errante
deambulando entre nubes
querido y dulce amado mío,
en nuestro lecho embalsamado
seguiré por siempre
tejiendo versos para ti cisne mío.
En lo que mis manos seguirán
contando las estrellas
en una noche de luna llena,
emulando a las aves
que se echan a volar
hacia el Imperio de los aires,
y así, se me va la vida
regocijada, echándote de menos
y pensando en ti, alma mía.
Autora: Ma Gloria Carreón Zapata
Imagen del reconocido ilustrador Alan Ayers.
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