Esos tus áureos sueños
bajo cándidos y grisáceos cielos
son testigos de mil y un señuelos,
y de nuestros anhelos
hogareños.
En medio del pletórico Río Ebro
navegan sin cesar a toda marcha
sobre el pómulo rosado de la escarcha,
quien dichoso musita suave requiebro.
Encapotada tarde de encanto,
de dulce y susurrante melodía
enamorado mi nombre y apellido invocaría
en poético, irresistible, rimado canto.
Yo cautiva, enamorada te contemplo
viendo brotar la luz de la esperanza
que la impoluta ilusión a mis brazos lanza,
prometiendo hacer de nuestro amor suntuoso templo.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
Imagen tomada de Google.
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