"Difícil es decir cuánto concilia los ánimos humanos la cortesía y la afabilidad al hablar".
Cicerón.
Eran aproximadamente las once de la mañana; me dirigí a la clínica de pemex por medicamento, ya que al haber sido intervenida de hipertiroidismo hacía aproximadamente dos años atrás, aun seguía con prescripción médica. Al llegar a previsión social a recoger mi credencial para mostrar a la recepcionista de medicina preventiva, había unas cuantas personas haciendo fila, así que me formé en espera de mi turno. Me atendió una mujer que por su rostro parecía traer puesta una mascara de amargura y con la misma se dirigió a mi con despotismo. Era evidente que no tenía nada de educación.
...-- ¡Rápido que no tengo su tiempo!...--, se dirigió a mi, bociferando,
guardé silencio por unos minutos y sin dejar de mirarle le contesté.
...—Creo que para todos el tiempo es valioso Señorita.
Eso de señorita fue por cortesía porque la mujer ya pasaba de los cincuenta años y por su carácter parecía de mucha más edad.
Bien, le contesté, le molesto porque hace dos años me tomé la fotografía para mi nueva credencial, y aunque he estado dando vueltas me responden cada vez lo mismo, que no tienen material para las credenciales.
...—¿Usted cree que a mi me gusta perder mi tiempo y sobretodo gasolina? Le hice la pregunta sin dejar de mirarle fijamente.
La mujer inclinó la cabeza buscando una nueva excusa.
...--¿Cuál es su nombre?
Me preguntó, más bien ordenó.
Clavó su mirada en el teclado del ordenador, para luego, sin levantar la cabeza y mirando sobre los anteojos que le llegaban a media nariz, volvió a decirme de forma sarcástica.
...--- Lo siento, tiene que traer su acta de nacimiento nuevamente y posiblemente tomarse de nuevo la fotografía. Que incongruencia pensé, esta mujer exige respeto por su tiempo, y desconoce la definición de la palabra, sin respetar el tiempo del derechohabiente, no cabe duda que abusa del poder que le confiere estar detrás de la ventanilla.
...---¿Que pensará esta mujer?...--.
...---¿Que mi tiempo vale menos que el de ella?...--.
Ya molesta por su actitud, le dije con la misma.
...—Mire señora, su obligación es atender al derechohabiente para eso se le paga, y si no se siente capaz de ocupar este puesto retírese y de la oportunidad a otra persona con necesidad de trabajar y sobretodo con educación. Y sin decir más me dirigí a medicina preventiva para sacar la cita con el internista, donde la señorita recepcionista, de inmediato pasó la orden al mismo y regresó con la receta en su mano.
Agradeciéndole la atención me dirigí a farmacia, sin dejar de pensar.
...--¿Que nos pasa a los seres humanos, dónde quedó la cordialidad, dónde los buenos modales que nos caracterizan como seres humanos?
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
Imagen tomada de google.
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