Cada amanecer, es una oportunidad más que nos brinda nuestro Creador; un nuevo reto para intentar ser mejores.
Tallando nuestro esfuerzo vamos sobreviviendo por la existencia, en un caro afán por dejar huella en la misma; sin embargo, nos hemos olvidado de vivir bajo sus divinos mandamientos, y vamos dando tumbos de fracaso en fracaso, persiguiendo lo que llevamos dentro; buscamos la paz que sólo encontraremos si nos liberamos de tanto egoísmo, y soltamos esa manía de poseer lo que a Él pertenece.
Perseguimos sin descanso el amor, cuando por amor fuimos creados; somos esencia, y sólo basta con mirarnos, para poder compartir lo que somos con los demás; darnos, entregarnos, ser y dejar ser; he ahí el secreto para lograr la paz mundial.
Antes ya lo dijo el gran Maestro: “Amaos los unos a los otros”.
¿Hasta cuándo cerraremos los oídos?, si entre nosotros mismos como hermanos nos vamos exterminando. Y todo, por la ambición de poseer lo vano que se apolilla, gracias además y principalmente a entes demoníacos que por siglos, han venido lucrando con la sangre, la guerra y el sufrimiento ajeno.
¿Que espera nuestro Creador de nosotros?, si hemos escondido de la educación inclusive de la que se mama, que la base para lograr heredar un mundo mejor a quienes han de venir, es el temor y el respeto por el Todopoderoso.
¿Y en esa inopia espiritual pretendemos ser respetados por nosotros mismos?, ¿de esa forma ansiamos recuperar nuestros valores?, cuando sin preocupación alguna hemos echado por la borda sus mandamientos, y hemos pisoteado lo que por pasión nos ha sido heredado.
Liberémonos de toda la maldad, para así poder conseguir lo que tanto hemos perseguido desde tiempos anteriores a nuestros ancestros. Urge recuperar nuestros valores, comenzando por amarnos y respetarnos a nosotros mismos y, de esa forma, lograr ofrecer una luz que renazca a través de las tinieblas.
Seamos cada uno la luz del Mundo, para iluminar a toda la humanidad.
(REFLEXIÓN)
Autoría Ma. Gloria Carreón Zapata.
Mexicana.
Imagen tomada de Google.
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