Mi madre llegaba cansada de todo un día de jornada. Desempeñaba el puesto de control de calidad en una gran empresa americana. Además de pediatra, psicóloga, dentista, maestra, enfermera, domestica, etc; así que todo el día estaba de pié y yo; quien me lamentaba no tenerla a mi lado en la etapa de mi adolescencia, no comprendía el sacrificio de ella, mucho menos el dolor que la atormentaba al tener que dejarnos al cuidado de mi padre enfermo, quien después de una grave enfermedad había perdido la vista a causa de un tumor maligno, quedando pensionado,
una mísera pensión no alcanzaba para dar estudio a siete hijos además de vestido, así que mi valiente madre, quien después de haber sido una niña privilegiada, tuvo que enfrentar la situación y salir a trabajar.
Aunque mi padre se las ingeniaba para atendernos, y en algunas algunas ocasiones una tía nos auxiliaba, no era lo mismo; así que me la pasaba con mal carácter y en mi rostro pintada la amargura, deseosa de tener a mi lado a mi madre,
..-¿por qué no llevo una vida normal como la de los demás amigos?...--, me preguntaba, sobretodo al regresar de la secundaria, sabía que mi madre no me esperaba, y al entrar a casa la sentía tan vacía, faltaba ella.
Mi madre aun después de tan pesada faena, llegaba a seguir con su responsabilidad de madre y esposa a preparar los uniformes de mis hermanos y la ropa sucia del diario, eramos siete hijos y ella siendo una mujer tan pulcra no permitía que se le acumulara el trabajo del hogar. Recuerdo que sacaba una gran tina y se ponía a tallar los pantalones de mezclilla de mis cinco hermanos, ademas de uniformes, eso nos causaba risa a mis hermanos y a mi, porque en lugar de aventarlos a la lavadora a que se lavaran solos, ella estropeaba sus delicadas manos tallando; y rezando que a ella le gustaba hacer las cosas bien hechas. Al terminar, nos ordenaba cariñosamente que nos diéramos una ducha, para en seguida revisar nuestras tareas escolares y por último, preparar nuestros sagrados alimentos y así, otro día levantarnos casi de madrugada, preparar comida para llevarse a su trabajo y enviarnos nuevamente a la escuela ya desayunados. Esa era ya nuestra rutina diaria.
...¿Que se creerá, mi madre?...--,me preguntaba, aparte de que no está conmigo todo el día todavía se la pasa dando ordenes, y ni siquiera se imagina la falta que me hace, esa era la oración diaria de una adolescente con falta de madurez.
Ahora que han pasado tantos años, y soy madre y abuela, he llegado a comprenderla, cuando en algunas ocasiones me he preguntado.
...--, ¿Cómo es que hacía mi madre para cumplir con tanta labor diaria, y aparte los quehaceres del hogar? No cabe duda. Tuve una mamá superman y hasta ahora me doy cuenta.
Los hijos en algunas ocasiones somos injustos y no reflexionamos hasta que nos toca vivir la experiencia de ser padres, creemos que nuestra madre no se cansa, que esta hecha de barro y nunca le preguntamos,
...--, ¿te duele algo mamá, estas cansada?...--, al contrario muchas de las veces las juzgamos sin detenernos a pensar que las madres aparte de ser ángeles de Dios, han sido enviadas para guiarnos, amarnos y protegernos. Por eso; si tienes a tu madre todavía, disfrútala y hazle saber lo importante que es en tu vida y cuanto le amas. Como dijo la gran poeta Tamaulipeca Ana María Rabatté...
Nunca visites panteones
Ni llenes tumbas de flores
Llena de amor corazones
En Vida, Hermano en Vida.
A TODAS LAS MADRES SUPERMAN... DIOS LAS BENDIGA.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
Autora mexicana.
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