Anoche cuando me acechaba el miedo, escondí tras la puerta mi atemorizado rostro; para luego dirigirme a paso lento hacia la puerta, al momento que escuché un murmullo como un aullido del viento que paseaba y atrofiaba el pensamiento. Para luego perderse en la lejanía; acullá por el oriente. Pero era tan fuerte aquel lamento que, sentí terror al percibirlo. Más, decidí despojarme del temor y salir a buscarlo. Y así, acercándome lentamente tomando entre mis manos una pequeña lampara que tenía junto al buró; me di cuenta qué, conforme caminaba el gemido se alejaba, hasta que al fin descubrí que no era el viento, se trataba del llanto de un hombre, que se convertía en lamento cuando la queja y el lamento en sollozos se fundieron.
Más de cerca pude descubrir al dueño de aquél funesto llanto. Me estremecí al mirarlo y se encogió mi pena, al darse cuenta de mi presencia, me dijo tomándome mi mano...- ¿Que usted nunca ha visto llorar a un hombre? Y sentí su dolor adherido al mío. Si, he visto llorar al humano le contesté. ..-Lloró mi padre cuando se casó mi hermana.
..-No, me dijo; yo lloro por Ella la que rechazó el aborto, la que renunció a su bienestar por mi, la que enfrentó a la cruel sociedad al ser repudiada por el sólo hecho de ser, madre soltera, cuando a elegir le dieron entre su felicidad o yo. La que fue abandonada a su suerte por elegir conservarme en su vientre; la que me cubrió de besos al nacer; la mujer que me cuidó y protegió de peque. Y fue para mi Mamá y Papá, la que de un pedazo de pan multiplicó el sustento. sacrificando muchas veces su apetito para que no escaseara. A la que guío mi vida con sabiduría y amor.
Y aunque ya soy un hombre, la necesito a mi lado para seguir bebiendo de su ternura, hablo de Ella, de mi abnegada Madre que hace unas cuantas horas
cuál guadaña de tajo me arrebató su esencia.
Autoría: Ma Gloria Carreón Zapata
Imagen que ilustra el poema ha sido tomada de Google.
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