Un gatito cabezota
caprichoso, testarudo,
se quedó chimuelito
y de nombre le pusieron
tortulito desdentadito.
Y en las tardes de verano
se paseaba tambaleando
en un patín que le regaló
su primo el gatito apapacho.
Que desde lejos le gritaba.
¡Te romperás la cabeza!,
él haciendo caso omiso
se daba vuelo paseando,
¡cuando de pronto!
dio un brinco
y se rompió todo el hocico.
…--¡Ay mi hermano!..., gritaba.
Por no hacer caso a la advertencia
hoy me duele hasta la conciencia.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
Imagen tomada de Google.
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