¿De qué valor es proclamar la paz
entre las naciones cuando se carece de fe, cuando se niega la existencia del Dios,
de paz?
Quien es el único que puede liberar del terror
al mundo entero, háblese de paz espiritual o de paz entre las naciones, esta
última que es ausencia total de guerra y de confrontaciones provocadas por las
condiciones socioeconómicas y políticas de quienes han usado el poder en
beneficio de sus malsanas pasiones y ambiciones personales. Misma que se ha
proclamado desde tiempos muy remotos, entre diferentes culturas. La paz ha sido
una de las búsquedas más aclamadas por la humanidad.
“En nuestro caso, la paz ya no es
solo eso que definían los antiguos, sino también algo que tiene que ver con los
Derechos Humanos, la convivencia, la tolerancia y una serie de garantías y
valores mínimas para el bienestar humano”.
La paz no es sólo una paloma
blanca, es saber vivir en tranquilidad con uno mismo y con los demás, dejando
atrás envidias y rencores, procurando el bien ajeno aun a costa del propio.
Nada causa más satisfacción que
sentir sosiego interior que es un don esencial de Dios, y reflejarlo en nuestra
manera de ser y de conducirnos por la vida.
Mientras las cosas materiales
tengan más valor que los sentimientos, seguiremos siendo víctimas de la
ambición desmedida, y responsables de tanta injusticia.
Abstengámonos de furias, luchas y
enfrentamientos y aprendamos a vivir en armonía, pensemos en el futuro que
heredaremos a generaciones venideras, seamos ejemplo de amor, así ellos el día
de mañana pondrán vivir en un mundo repleto de armonía.
Autora: Ma. Gloria Carreón
Zapata.
Imagen tomada de Google.
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