domingo, 31 de julio de 2022

A Olga en su Cumpleaños.

 



¡Felicitarte es genial!

Dios, te cumpla lo que pides

espero que nunca olvides

esta fecha tan especial

 

Admirable querida amiga

de noble y gran corazón

a Dios, ruego con ilusión

que por siempre te bendiga.

 

Que este maravilloso día

de jolgorio y satisfacción

sea de mucha diversión,

motivo de inmensa alegría.

 

Que la luna te ilumine

con radiante luminiscencia

bajo el cielo de Valencia,

 y siempre a tu lado camine.

 

¡Feliz Cumpleaños!

Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.


 

Para nuestra querida amiga Olga González Ferreiro.

De sus amigos Ma. Gloria y Juan Vicente.

1/08/2022.

sábado, 30 de julio de 2022

AMOR, VALIOSO TESORO

 





Amor, ¡qué valioso tesoro!, es vital

más que el oro apreciado, codiciado

no todo mortal se siente afortunado

sin él es nada, simple desecado vegetal.

 

Sin apego, la paz del mundo no sería

ni las flores sus brotes nos darían

ni colores hermosos lucirían,

sin afecto, la esperanza expiraría.

 

Sin ternura, el cielo vacuo fuera

la greda no brindara su tesoro

ni el ave su dulce canto canoro

ni el mortal de ilusión se nutriera.

 

Sin afecto, vivir no vale la pena

para qué, fiera invisible eterna

deambula sin que nada le concierna

soslayando vive del mundo la escena.

 

Eso fuera el humano, eso fuera

Para él no hubiera dicha plena.

 

Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

Imagen de web.

 

LAS FIESTAS DE SAN ADRIÁN NAVARRA.

 


 

Al cierre de la gran celebración

entre aplausos y ovaciones

pega tremendos saltones

un bravo novillo cimarrón.

 

El majestuoso vacuno

triunfante transita las calles

honor rinde a los pasacalles

hercúleo, como el no hay ninguno.

 

Exaltando al gran torillo

todo San Adrián Navarra

al son de la española guitarra

degusta del buen vinillo.

 

Son las fiestas de Navarra

de poética y colosal riqueza

fuente de gran sutileza

donde la tinta el poeta desgarra.



Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

1/08/ 2022.

Fotografía: San Adrián Navarra, España.


miércoles, 27 de julio de 2022

LA CUEVA MISTERIOSA

 






En un lugar muy apartado de la civilización llamado Cerros Blancos, al Sur del Estado De Nuevo León, donde los habitantes hablan aún de gnomos, fantasmas, la llorona, aquelarres, chaneques, brujas y duendes, espíritus errantes y demás, legado de viejas civilizaciones, se cuenta una leyenda muy popular entre sus habitantes.

Se habla de una cueva que contiene grandes tesoros en joyas y miles de riquezas, acuñadas en cofres atiborrados de doblones españoles de oro y grandes lingotes macizos también de ese precioso metal tan codiciado, así como hermosas alhajas incrustadas con las más exquisitas piedras preciosas de todas clases, como diamantes, rubíes, zafiros, esmeraldas, y toda la demás pedrería imaginable.

Un día un lugareño escuchó sobre esa leyenda y, sin importarle el peligro que conllevaba la empresa, cegado por la ambición, se adentró a lo profundo de la sierra sin hacer el mínimo caso de advertencia de su gran y único amigo de nombre Eduardo; de esa forma, al llegar a su destino por fin, después de haber andado perdido varias jornadas al no haber dibujado bien el croquis, boquiabierto, pudo finalmente darse cuenta de la verdad sobre lo que se murmuraba en el pueblo pues, de pronto, se vio envuelto en una espesa neblina.

Un gran escalofrió lo invadió haciéndolo caer sobre la yerba perdiendo el sentido sin siquiera haberse podido percatar del asunto y, con ello, a la vez, también perdió la noción del tiempo por unos cuantos minutos; de esa forma, al volver en sí y recuperarse de su asombro, se dio cuenta de que estaba ya dentro de la cueva; de pronto, escuchó un estruendoso ruido que le heló la sangre.

En ese momento, arrepentido, pensó dentro de sí:

--¿Por qué no le hice caso a mi amigo Lalo?...--, como le decía desde niño a su gran amigo Eduardo, pero ya era demasiado tarde, su ambición tuvo más éxito que el consejo de su camarada de juegos infantiles, y que la prudencia.

Ya muy tarde pudo darse cuenta pues, en ese instante, una gran serpiente se abalanzó hacia él, sin darle tiempo a reaccionar y, así, el gran susto que llevó lo dejó inmóvil por una fracción pero, además, luego al pretender reaccionar, trastabilló cayendo a lo profundo de un barranco dentro de la gran cueva y con esto a lo profundo también de un sueño inconsciente.

No supo cuánto tiempo después, tirado sobre el piso de tierra, lo despertaron unos pequeños movimientos que trepaban a su gran cuerpo mientras terminaba de recobrar el sentido; fue en esos instantes que finalmente pudo abrir bien los ojos para también escuchar unos murmullos preguntándole todos a la vez en diminutas vocecillas:

--¿Ya despertaste al fin?...--.

--¿Quién eres?..--.

--¿Cuándo llegaste?...--.

--¿A qué viniste?...--.

--¿Por qué estabas durmiendo sobre la tierra?...--.

--¿Traes dulces?...--.

--¿Desde dónde vienes?...--.

--¿Cómo te llamas?...--.

--¿Vienes solo?...--.

--¿Qué haces en este lugar tan lúgubre?...--.

--¿No sabes que esta cueva está maldita?...--.

Él, no daba crédito aún a lo que veía trepando sobre su cuerpo, eran cientos de pequeños duendecillos quienes habitaban el lugar, advirtiéndole en seguida que debería de salir huyendo del sitio; ellos, le guiarían para que pudiese escapar de la gran serpiente que custodiaba la cueva maldita, celosa siempre de que cualquiera se llevara su gran tesoro pero, para nuestro ambicioso personaje fue más fuerte su ambición por segunda ocasión, que el deseo de salvar su propia existencia, diciéndoles a todas las buenas advertencias y buenos juicios:

--¡Yo vine por el tesoro… y el mismo que me llevaré!...--.

En eso, se escuchó un estruendo muy fuerte, era como si se estuviese derrumbando la gran cueva pues rugían las piedras desde sus propios cimientos y, asustado, salió corriendo acompañado de sus amables anfitriones hacia un encaramado risco casi coronando el acantilado que por debajo de la misma cueva casi se perdía de vista; de esa forma y a salvo por el momento, ahí esperó en compañía de los duendes hasta que pasara el peligro cuando, de pronto, escuchó una vocecita que salió volando de debajo del suelo del risco diciendo:

--¿Necesitas ayuda?..., ¡yo te guío…, conozco estos barrancos y desfiladeros perfectamente!...--.

El hombre aún sin comprender que estaba frente al hada de los sueños, negó moviendo la cabeza; el, había ido detrás de un tesoro y sólo preguntó en voz alta:

--¿Cómo he de regresar a casa con las manos vacías?...--, agregando en seguida tercamente:

--¡No…, no puedo hacer eso!...--.

Y así, despreciando la tercera oportunidad de salvar su vida, salió corriendo de regreso otra vez hacia la entrada de la cueva en donde estaba aguardándolo la inmensa fortuna resguardada a su vez por la serpiente maldita, ingresando con su linterna hasta encontrar el tan anhelado tesoro escondido y, de esa manera, cuando por fin estuvo en el recinto formado por la naturaleza, mientras acariciaba ambiciosamente los diamantes y las doradas monedas brillantes, los lingotes de oro y las alhajas y demás joyas resplandecientes a la luz de su lámpara, a la vez que prendía fuego a un gran cofre de monedas antiguas conformadas básicamente en viejos doblones españoles para quemar el gas venenoso acumulado por tantos siglos, no se dio cuenta cuando, el enorme monstruo, la inmensa víbora que custodiaba la gran cueva, apareció frente a él.

En ese momento hubiese querido que la tierra se lo tragara, mil veces lo hubiese preferido al aterrador espectáculo de esa terrorífica serpiente con fuego en los ojos, sangre en la boca y su lengua viperina y espantosa que se movió frenética, cuando su dueña dijo en un siseo de voz espeluznante:

--¡Por mi parte… te daré una única y última oportunidad de salvar tu vida!...--, le advirtió la gran serpiente con una voz pasmosa como infernal, riendo diabólica y escandalosamente después:

--¡Jajajajajaja!...--, y siguió de la misma forma alzando el timbre cuanto podía:

--¡O todo o nada!...-- le grito con esa voz salida de los mismísimos infiernos.

Él, que había ido preparado, de su morral sacó unos costales que llevaba bien doblados, y empezó a guardar todo lo que podía en ellos; luego de llenarlos con todo lo que les cupo, comenzó a meter lo que podía dentro de sus propios bolsillos, llenó el morral de donde sacara los costales, se quitó la camisa para poder cargar más monedas y diamantes en ella pero, ni aún así, consiguió cargar con todo pues, era demasiado y la serpiente quien en realidad era el demonio, le había advertido que se llevaría, o todo, o nada.

De esa forma el pobre hombre ambicioso arrastrando sus dos costales, su morral y su camisa, además de solo un gran cofre y sus bolsillos llenos a más no poder, intentó salir de la cueva cuando, de pronto, volvió a tronar la macabra voz:

--¡Dije todo o nada!...--, el espeluznante tono infernal lo detuvo para hacerlo voltear, y así ver cómo la gran serpiente se le abalanzaba con las enormes fauces abiertas para engullirlo de un bocado; se sintió morir en el instante que también sintió en sus espaldas las garras de un águila que lo levantaba en vilo sobre el aire.

El hada de los sueños, había enviado a esa ave gigantesca para salvar la vida del ambicioso hombre quien, en ese momento, reaccionó dándose cuenta que estuvo a punto de perder la vida y no volver a ver jamás a su familia, a sus hijos ni a sus padres solamente por ambición. Entonces, comprendió que el mayor tesoro que tenía era su vida y la compañía de los suyos; que el ser rico era muy complicado, y nunca más volvería a intentar regresar de nuevo por ese tesoro maldito.

Y así, guardaría en lo profundo de su alma su inviolable secreto, su inolvidable visita a la gran cueva diabólica.



Autoría : Ma Gloria Carreón Zapata

Imagen tomada de Google.

AHORA ME DOY CUENTA QUE NADA SÉ

 


 

En la clase de Literatura Universal, el maestro le pregunta a los alumnos; ¿cuáles son las obras literarias que han leído en el transcurso de su vida?, y como siempre, no falta el estudiante que se cree ser experto en el tema a tratar, de pronto levanta el dedo una chica y se pone de pie.

...- ¿Me permite maestro?  yo he leído casi todas ... -Perfecto contestó el profesor, -adelante- la joven se acomodó la falda, y de manera despectiva volteó a ver a sus compañeros de clase como si fueran bichos raros; para luego dirigirse al profesor con la mirada altiva y el cuello erguido, comienza...- memín pirgüín, la familia burrón, Aniceto etc,

 

De pronto se dejó escuchar una risotada en conjunto, seguida de la voz enérgica del profesor...-perdón señorita- no me he referido a obras de entretenimiento, me refería a las Obras Clásicas De Literatura. La alumna bajó la mirada, molesta, para al mismo instante y de manera cautelosa desafiar al profesor...-¡ah! exclama la chica, lo hubiera dicho antes profe,...- ella falleció hace tiempo yo ni siquiera la conocí.

El profesor muy contrariado le sugirió...- Me hace favor de sentarse señorita, agradezco su participación.

En el rincón del aula, estaba sentada una de esas alumnas que siempre desean pasar desapercibidas,

solo la cabeza asomaba del pupitre y el maestro, buscando a su próxima víctima, echando una ojeada a todos los alumnos, detuvo la mirada en ella, precisamente…- ¿Dígame, ¿Señorita, para que estudia usted?  al momento que la chica se atragantó de saliva antes de contestar..- ¡glup!...- Mire maestro yo en verdad, y titubeando siguió...-¿Yo, mire profe yo? bien...- Yo estudio para dejar de ser menos burra, porque en realidad nunca se deja de aprender en la vida, podré saber de Leyes; más sin embargo, no sé nada de Filosofía y Letras...- podré conocer de medicina, más sin embargo no de mecánica etc., así que toda la vida los seres humanos seguiremos siendo unos ignorantes ...-¿y sabe a qué me refiero cuando digo ignorantes?...- ¿no? le responde el maestro, mirándola a los ojos con curiosidad...- porque si no podemos solucionar los problemas de nuestro planeta que va en deceso  como tampoco podemos vivir en paz con nuestros hermanos,..-¿entonces, porqué pregonamos de ser grandes sabios? el profesor, mirándola nuevamente a los ojos se quedó reflexionando para en seguida contestar....- Señorita, la clase se trataba de aprender a identificar lo que son Obras de Literatura Universal, de las obras de consulta y de entretenimiento etc.

...-Perdón Sr. profesor, contestó con humildad la alumna

Pronunciando una frase del famoso clásico Ateniense ...Sócrates

(Yo solo sé que no sé nada)

Si un día piensas que ya lo sabes todo, de una cosa puedes estar seguro: te has equivocado.



Imagen tomada de Google.

CONFUSIÓN FATÁL.

 


 

Era uno de esos días en que todos los seres humanos festejamos el día de pascua.

Esa mañana me encontraba en mi pequeño patio regando las pocas plantas que conservaba después de que el último frente frío había acabado con casi todas.

En eso escuché una suave voz que me llamaba por mi nombre.

Era Ana una de mis vecinas, se asomaba por encima de la barda trepada sobre una escalera como era su costumbre, en lugar de hacerme una llamada o rodear la cuadra.

--Hola Sonia--, salgamos a tomar un café.

Hacía unos minutos me había levantado, últimamente me daba por acostarme tarde.

Casi bostezando le contesté el saludo y acepté salir a tomar el delicioso café.

--¿Dame tiempo de ducharme quieres? ---.

Ella asintió con la cabeza y yo me dirigí de inmediato a la ducha, no sin antes dejarle la puerta principal sin llave.

 

No pasaron ni quince minutos cuando escuché unos fuertes toquidos en la puerta seguidos de un estruendoso ruido que me hizo estremecer,

--vaya esta chica trae prisa por charlar--,

murmuré para sí y me apuré a enjuagarme el cabello.

Casi terminaba de bañarme, le grité desde el cuarto de baño que pasara, ya me faltaba poco para salir.

Salí envuelta en la bata y al asomarme a la pequeña salita, cual sería mi sorpresa, no se trataba de mi vecina.

Eran unos hombres uniformados desordenando toda la casa. No me hice esperar y les grité que se detuvieran al ver como destrozaban todo lo que encontraban a su paso.

 

--¡Fuera de mi casa!---, les grité repetidas veces, ellos haciendo caso omiso seguían desordenándolo todo.

--¿Traen alguna orden de cateo?---, pregunté dirigiéndome al que suponía era el comandante.

De pronto sentí que alguien me estiraba del cabello, en lo que yo manoteaba tratando de zafarme.

--¡Mira perra, a mi comandante no le hables así!--, y de una bofetada me tiró al suelo, no sin antes arrancarme la bata de un jirón.

Quedando como Dios me trajo al mundo y a disposición de aquellos malhechores,

quienes no dejaban de mirarme como bestias hambrientas.

 

--Sin parar de gritar y en mi mente rogando a Dios que me protegiera de aquellos patanes, me apoyé de un pequeño mueble intentando ponerme de pie

Uno de los sujetos se abalanzó sobre mí al momento, que como pude traté de incorporarme, sentí su repulsivo aliento cerca de mi rostro, y sus asquerosas manos sobre mi cuerpo. En eso se escuchó un fuerte grito del supuesto comandante.

--¡Deja en paz a esa puta!--, no me arriesgaré a que el jefe nos castigue por culpa de esta perra maldita,

 

--¡amárrala y súbela a la camioneta!--, casi babeando y sin dejar de mirarme con los ojos enrojecidos, el sujeto seguía destrozando lo poco que había en el departamento. Sospeché que por no encontrar lo que buscaban. En lo que los otros cinco se cargaban lo poco de valor que iban encontrando a su paso, luego sentí un duro golpe en la cabeza que me dejó inconsciente.

Unas fuertes risotadas me hicieron sobresaltarme. Creí que se trataba de una mala pesadilla pero no, todo lo que estaba viviendo era tan real como el mismo aire que respiraba.

 

Fingiendo que estaba aún inconsciente alcancé a escuchar como el supuesto comandante daba la orden de que me dieran el tiro de gracia.

Atemorizada grité rogando que no lo hicieran en ese mismo instante se escuchó la risotada en conjunto de los criminales, en lo que uno de ellos me tomaba nuevamente de los cabellos sin dejar de manosearme, haciéndome hacia él ya que me llevaban en medio de ellos me era imposible huir. Subí los pies y comencé a patearles y sin dejar de moverme y manotear intentando liberarme, comencé a darles de arañazos, en eso se escuchó el ruido del enfrenón a la vez que una fuerte voz dio la orden de que me tiraran.

--¡Avienten a esa maldita que ya me tiene hasta la madre, nos vemos en el infierno Ana Patterson!--.

El ulular de las sirenas se confundía con los gritos de las enfermeras, en tanto yo me hundía en un profundo sueño.



Imagen tomada de Google.


QUILATEMOS LO QUE TENEMOS.

 




Todo marchaba viento en popa, Adelfa y Ernesto se amaban tanto que comparaban su amor con el de Romeo y Julieta, no se detuvieron a pensar en los obstáculos del camino.

Él sintiéndose amado inflado de ego por el amor que Adelfa le profesaba comenzó a ignorarla, seguro de su amor decidió probar nuevas experiencias dándole la espalda a quien tanto lo amaba.

Y como no se puede tapar el sol con un dedo, ella al descubrir su deslealtad sintió caer a un profundo abismo y en contra de su voluntad   se ató la dignidad al cuello y dijo adiós decepcionada.  Lo amaba tanto que solo anhelaba su felicidad.

Ernesto confundido después de vivir otras experiencias reflexionó, tarde se dio cuenta que había perdido al amor de su vida por perseguir un espejismo.  

Como nada es para siempre en esta vida, al pasar el tiempo arrepentido, después de tanto buscarla la encontró felizmente casada.

Más el perdón no le bastó para recuperarla, ella en su nobleza lo eximió de culpas entregándole el ramillete del olvido.

Cabizbajo y taciturno deshojando la tristeza siguió su camino vagando por la senda del extravío.

Con las manos vacías y el corazón hecho trizas al fin había comprendido su gran error.


 

Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

Imagen tomada de Google.


¿A DÓNDE TE HAS METIDO?

 




Te busco sin lograr encontrarte. He manoteado debajo del tiempo persiguiendo cada hoja desecada que se desliza sin rumbo fijo. En cada noche de estrellas interrogo a cada una de ellas, si han visto por ahí tus huellas.  

¡Como duele amarte y no encontrarte!

En cada mañana al despertar pienso en ti y medito, si sólo fue quimera nuestro amor, y al caer la tarde, el alma de dolor arde y nuevamente vuelvo a evocarte.  Allá lejos han quedado los recuerdos, te llevo en el alma grabado por siempre y aunque el corazón siga sangrando te seguiré esperando, con un verso en la mano, en los labios, en los labios un dulce beso triturado.

Te busco cada alborada con la certeza de nunca encontrarte.

 

Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

Imagen tomada de Google

LA RUEDA DE LA FORTUNA

 


 

 

“Cuando bebas agua recuerda la fuente”. 

Proverbio chino.

 

Mucho se habla de la gratitud, pero pocos la practicamos y es que los seres humanos no debemos olvidar que somos mortales y en ésta vida sólo vamos de paso. Al partir nos llevamos la maleta repleta de satisfacciones o vacía según hayamos elegido. No más. Cuantas veces nos olvidamos de que existe un Creador y solamente cuando nos pasa algún incidente recordamos su existencia y acudimos a Él, arrepentidos de ése mal proceder. Como bien dijo Gilbert Keith Chesterton más conocido como G. K. Chesterton, escritor y periodista británico de inicios del siglo XX.

“Siendo niños éramos agradecidos con los que nos llenaban los calcetines por Navidad. ¿Por qué no agradecíamos a Dios que llenara nuestros calcetines con nuestros pies?”.

Hay tantos padres abandonados en los asilos de ancianos, muchas de las veces por circunstancias adversas. Los hijos piensan que están mejor ahí y muchas de las veces son maltratados por las personas del mismo lugar. Como don Roberto.

Haciendo mis prácticas como enfermera en el Hospital Civil de Piedras Negras, Coahuila, conocí a un hombre llamado así, quien trabajó del otro lado de la frontera muchos años como ilegal, trabajaba de héroe cobrando poco, arriesgando la vida por los demás cada vez que salía a cumplir una misión, era bombero. A raíz de una explosión perdió la vista siendo deportado a su país de origen sin remuneración alguna, repudiado, con los bolsillos vacíos y con un sentimiento profundo de haber sido humillado. Un doctor del mismo sanatorio lo llevó al hospital que fue su casa por algunos años, fue atendido por el oftalmólogo de la clínica de especialidades pagado por el mismo hospital, quien dictaminó que don Roberto no volvería a recuperar su vista, el fuego lo había dañado irremediablemente.

Al no haber nada que hacer y tampoco alcanzar el presupuesto del hospital que se reducía cada vez más, fue trasladado al asilo de ancianos con apenas unos cincuenta y tantos años de edad, aproximadamente. Al paso de las semanas don Roberto sé escapó del asilo y regresó de nuevo al hospital argumentando que se fugó porque lo ponían a trabajar y como él no veía lo golpeaban y como castigo extra lo dejaban sin comer para obligarlo a hacer los menesteres del lugar, aparte de que la alimentación era pésima.

Además de golpear a los ancianos y obligarlos incluso a trabajar cultivando hortalizas, las gentes de ahí comenzando con los directivos, se llevaban a sus casas lo mejor de las cosechas y de las donaciones que provenían de almas y organizaciones filantrópicas.

 De esa manera, al no poder tenerlo más en el hospital él prefirió andar por las calles viviendo en la mendicidad, durmiendo debajo de los puentes y comiendo gracias a la generosidad de algunas personas caritativas, cuando las encontraba.

De vez en cuando pasaba por el hospital a saludar y agradecer al doctor Eliseo Hernández todo lo que había hecho por él, a las enfermeras, a su tocayo el afanador, a la cocinera, a la secretaria y a quienes nos habíamos portado humanamente con su persona. Sin embargo, a don Roberto la vida no le agradeció lo suficiente.

No logro comprender que siendo “humanos” seamos tan inhumanos; tampoco entiendo cómo es que hay instituciones que pisotean de esa manera la dignidad de personas heroicas, entregadas y con experiencia, y menos sé, cómo es que haya individuos quienes aún no sé enteran que, a nuestro Creador, no le gustan los seres mal agradecidos. Al parecer hay quienes no sé percatan de que nunca sabemos qué encontraremos a la vuelta de la esquina, y no saben lo que la vida ha venido siendo por milenios para todos: Una rueda de la fortuna.

 

 

 

Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

Imagen tomada de Google.

MI SOLEDA Y YO

 


 

Jorge recibió una inesperada llamada esa nublada y casi primaveral mañana.  Al colgar vi que apresurado se dirigió a la recámara para luego regresar a la cocina donde yo me encontraba preparando el desayuno. Dio dos o tres tragos al delicioso y humeante café colombiano, mismo que nos enviaba un amigo de ese país hermano. Acomodándose aún el saco me notificó que tendría que salir de inmediato.

Me quedé pasmada, pensando en qué estaría pasando ya que ni tiempo tuvo de contarme a donde se dirigía. --Bueno, tal vez algún llamado--. Me dije a mi misma para tratar de tranquilizarme al ver su comportamiento algo intranquilo.

--Si no regreso a tiempo comes sola bebecita--, susurró, y plantándome un rápido beso de despedida, apenas un leve roce en los labios. Cuando yo lo que deseaba era beberme hasta su alma y quedarme prendida para siempre de sus labios.

Tomó el maletín para de inmediato dirigirse a la salida de nuestro nidito de amor. Lo acompañé hasta la puerta acomodándole el cuello de la camisa color verde jade que hacía juego con sus ojos aceitunados. Tal parecía él, el actor principal de la telenovela. De paso le ajusté la corbata que traía toda torcida por las prisas, hubiera deseado fusionar me a su cuerpo. Me quedé en la puerta mirándolo hasta que vi que el coche se perdía entre el atasco del tráfico del D.F.

Después de casi como una hora me llamó para comunicarme que tenía grabación y que estaban retrasados y partirían en ese mismo momento. Que le preparara la maleta y que al día siguiente pasaría el chofer por ella y por mí para reunirnos allá. A él no le habían avisado que la grabación sería fuera de la ciudad.

Me apuré a terminar mi trabajo para poder alcanzarlo en ese hermoso lugar. Qué alegría poder visitar esa verde montaña, ver volar libremente a las aves trinando y saltando de rama en rama. Escuchar el murmullo del silencio dándonos la bienvenida y sobre todo, volver a disfrutar de la deliciosa miel de maguey, qué aunque hacía años no probaba, tengo el sabor en mi paladar de cuando era niña, y mi abuelo nos llevaba de Cerros Blancos, así se llama el rancho en donde yo nací. Todo eso era parte de mi felicidad. Pensar en Villas del carbón significaba visitar el paraíso y más si era en compañía del hombre que tanto amaba. Cuanto disfruto de la Madre Naturaleza.

Sin perder un solo minuto me puse a preparar nuestras maletas con ropa suficiente para dos semanas. De pronto, sentí a Jarig nuestra cachorra que más que mascota ya formaba parte de nuestra familia.  Retozaba rozando mi pantorrilla para llamar mi atención, fue entonces que me di cuenta que no la había llevado al peluquero y ni siquiera la había bañado. Desconsolada me dejé caer en el sofá pensando que hacer.

No podía peregrinar con ella ya que también viajarían otras personas del elenco en el mismo auto además del chofer.  A la mañana siguiente muy temprano escuché que tocaban la puerta de nuestra “cueva” como Jorge llamaba a nuestra modesta casa, donde fuimos felices por mucho tiempo. Antes de mudarnos a nuestra nueva cabaña cerca de Cuernavaca.

Esa noche me fue imposible dormir. Hacia tanto tiempo que no nos separábamos ni para ir al baño. Estaba tan acostumbrada a descansar mi barbilla con la de Jorge y así dormir plácidamente en sus brazos.

La noche pasó sin darme cuenta cuando de pronto escuché unos leve toquidos en la puerta interrumpiendo mi sueño. Aún atolondrada me dirigí a abrir, se trataba del chofer quien sonriente y parado frente a mí me dio los buenos días respetuosamente.

--Buen día señora--, ¿es la casa del director?, preguntó, -- él me ha enviado por usted-–, enunció

Asentí con la cabeza afirmando, y lamentando mi situación me disculpé, tuve que mentir.

--disculpe señor siento no haber podido comunicarle antes que no pasara por mí, dígale por favor al señor que me siento indispuesta--, --me es imposible viajar—, --pero aquí tiene la maleta de él, entréguesela por favor--

El hombre alzó los hombros resignado para luego marcharse, tenían que llegar cuanto antes a Villas del Carbón.

Volteé a ver a Jarig con cierto reproche, luego arrepentida comprendí que la culpable no era ella, era yo la causante por dejar todo a la desidia. Me incliné para abrazarla y pedirle perdón por haberla acusado de algo que ella ni siquiera comprendía. Me miró fijamente con esos ojillos que se asemejaban a dos platos escondidos entre el pelaje y sé me recargaba cariñosa intentando empujarme con la parte trasera de su pequeño cuerpo. Esa actitud de Jarig la tomé como que me había perdonado por no haberla llevado con su amo. Pasaron los días y estaba ansiosa por el regreso de mi amor. La casa se sentía muy fría y vacía sin él. Los tres estábamos tan acostumbrados a andar juntos por todos lados, inclusive hasta acompañarlo a su trabajo.

De pronto sonó el teléfono interrumpiendo mis pensamientos.

De aquél lado de la línea claramente escuché la amorosa voz de Jorge.

--¿Por qué no te viniste mi bebesita? Así me dice de cariño, y siguió --, yo te esperaba ansioso tanto que interrumpí mi trabajo al ver que llegaba el coche del chofer y me dirigí a tu encuentro desesperado por abrazarte. Al ver bajar a los compañeros vi que tú no venías entre ellos y eso me entristeció.

 Dijo en tono melancólico.

Claro estaba que éramos dos almas gemelas, no podíamos vivir el uno sin el otro.

No le iba a decir que no había bañado a Jarig por estar en Facebook todo el día.

Esos días al entrar a internet ni siquiera leía, no tenía ánimos ni para escribir. Me quedaba como ausente sólo pensando en el regreso de mi amado, que aún hasta la fecha me es imposible vivir un minuto sin él. Me quedaba horas interrogado me a mí misma, -- ¿qué haría él lejos de mí? --,

-- si al igual que yo me extrañaba o si acaso por estar lejos me olvidaba--.

 Que martirio, contaba las horas del día, minutos y segundos esperando inquieta su regreso, nada reemplazaba su ausencia.

Salía a caminar con Jarig a los lugares que recorría con Jorge para hacer menos dolorosa la espera, me sentía tan vacía y a punto de la locura. Nos íbamos a andar hasta las águilas para poder subir los abruptos escalones y de esa manera no pensar más en él. Así caería rendida de cansancio y olvidarme del calvario que me consumía. Ese lugar lo recorría de vez en cuando del brazo de mi amado Jorge, por eso más lo recordaba. Me imaginaba que iba a mi lado murmurándome palabras románticas, yo estaba sedienta de cariño, de su amor.

Pasaron los días y casi sin poder dormir y menos escribir, llegó el día de su regreso.

De nuevo esa mañana volvió a sonar el teléfono y al escuchar su amorosa voz de aquél lado de la línea, de la emoción sentí que me faltaba el aire.

--Bebecita, ¡Anastasia, mi amor! — Cuanta falta me haces, dijo, -- Hoy estaremos a eso de las tres de la madrugada de regreso.

Me fue imposible retener el grito de tanta dicha. Sentía que el corazón aceleraba los latidos a mil por hora. Como dos adolescentes nos decíamos repetidamente lo mucho que nos amábamos y extrañábamos.

--¡Hurra, hurra! --, --al fin dormiré de nuevo entre tus brazos amor mío--, le respondí.

--Te amo, te amo y te juro que para la próxima bañaré a Ja..--.

Casi sin terminar la frase guardé silencio, sola me había delatado.

Jorge soltó tremenda carcajada para luego decir ,

--¡Ja,ja,ja! Sabía que por andar socializando en Facebook, habías olvidado llevar al peluquero a Jarig ----

Que importaba eso ya. Esa madrugada sería la más hermosa de mi vida, al fin volvería a estar en los brazos de mi amado. Sentir el roce de su piel rozar la mía, sus ardientes labios volverían a danzar dentro de mi boca, ya saboreaba ansiosa su regreso.

Esa noche no dormiría, me puse a leer interrumpiendo de vez en cuando la lectura, pensando si, ¿será posible eso de morir de amor?, y es que el amor es un sentimiento tan fuerte y aunque lo siento ahora, es muy difícil de explicar. Bueno, me sentí privilegiada. Por lo menos si moría de amor esas horas en que me sentía sola y desesperada, me iría feliz, me dije. Dirigiéndome al baño para arreglarme un poco Y así esperar a Jorge con el negligé color índigo que tanto le gustaba. Me recosté para seguir leyendo, al fin si me quedaba dormida Jarig con sus ladridos me despertaría al ver entrar a su amo.

Ignoro cuanto tiempo pasó, serían las cinco de la mañana cuando un ruido me puso en alerta. Me incorporé destapándome lentamente la cabeza para enderezarme a ver el reloj que estaba sobre la mesita, pero no hubo tiempo, Jorge ya había entrado y me contemplaba sonriente y amoroso. Me arrojé a sus brazos feliz de verlo conmigo después de tantos días separados. Así entre Jarig y yo le dimos la cariñosa bienvenida.

¿Qué más daba no haber podido acompañarle? Si ahora lo tenía nuevamente conmigo y eso me hacía sentir la mujer más feliz del universo.

Jorge se metió a la ducha y yo lo esperé ansiosa metida entre las sabanas. Ese mágico y casi amanecido día volveríamos a disfrutar de una segunda luna de miel a la luz de la lamparilla, aunque estaba por apuntar el alba. Se escuchaba ya el trino de las aves que uniéndose a nuestra felicidad no dejaban de cantar melodiosamente solidarizándose con nuestro gran amor.

Y sin haber dormido bien, me dirigí a la cocina a preparar el desayuno para mi amado, vi que se levantó y dirigiéndose al baño, me expresó.

--Buen día bebesita--, --ahora estoy contigo--, me dijo amoroso acariciándome la cabellera y regalándome el más dulce de los besos.

Entre charla y desayuno pasaron los minutos, de pronto, escuchamos sonar su celular, él se me quedó mirando como dudando en contestar, asentí con la cabeza sin dejar de sonreírle. Sólo escuché que respondió a la persona que estaba de aquél lado de la línea.

--De acuerdo, ahora mismo voy para allá--.

-- Amor, tengo que salir--, dijo y salió apresurado sin terminar su desayuno--.

Me quedé sentada dando gracias a Dios, porque tenía trabajo. Tomé el collar de Jarig y luego de atarla a su correa salí de la cabaña para dirigirme al pueblo. Esta vez no me tomarían de sorpresa, iría a dejar a Jarig al veterinario para que le dieran su baño y su corte de pelo.

Estando en el veterinario Jorge me llamó para comunicarme que no lo esperara a comer, llegaría tarde.

Sin apagar el celular me quedé con él pegado al oído pensando mil cosas. Cuando inesperadamente de aquél lado de la línea escuché una voz conocida de mujer. A Jorge sé le había olvidado apagar el celular. Era ella, mi mejor amiga Stella, si, era ella no cabía duda, era su voz.

Me puse de píe y comencé a caminar nerviosa sin dejar de escuchar lo que decían.

--No estoy de acuerdo en seguir compartiéndote con Anastasia--, --así que le pides el divorcio o aquí terminamos, dijo muy alterada--.

Jorge por su lado respondió, --te he dicho que es algo despistada, tú la conoces vive en su mágico Mundo, nunca se dará cuenta que tú y yo--

Sentí que el mundo sé me venía encima, por un momento quedé paralizada sin saber qué hacer. Mi castillo de cristal se derrumbaba a pedazos. No supe ni como llegué a la cabaña y después de guardar mis sueños en la maleta y escribirle un mensaje de despedida a Jorge, también recordándole que pasara recoger a Jarig a las seis de la tarde con el veterinario. Marché de mi maravilloso mundo para siempre con el corazón lastimado y el alma pisoteada. Jurándome una y otra vez nunca más volver a amar.

 Lo amaba tanto que fui tan cobarde, no quise escuchar de sus labios la confesión de su desliz. Por dignidad más que por orgullo decidí hacerme a un lado y dejarlo ser feliz con su nueva adquisición. Con el rostro en alto e inundado de un mar de lágrimas, pero también orgullosa de haber entregado lo mejor de mí. Sin decir nada a nadie deambulé no sé cuánto tiempo por la gran urbe. Luego decidí irme vivir a la montaña ausentándome del mundo solo con mi antigua y querida compañera, mi fiel amiga soledad.  Y en la vieja maleta sólo un montón de ilusiones hechas trizas.

 

 

 

Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

Imagen tomada de Google.


ERES TÚ

 



(Octava Real)

 

Mi amado enamorado mi eterno compañero

el brillo ígneo de mis venturosos días

quien guía cada día mi oscuro sendero

seré para ti dicha eterna en quien confías

placer por el cual cada día vivo muero,

quién diría qué el dueño de este amor serías,

soy cuando el sueño en tu recio torso dormita

muero añorante de ti y la ausencia grita.

 

Esencia suave de una dulce melodía

declamada pone al corazón en acción

y alegra mis serenas noches de vigía,

eres de mi humano intelecto dilección

causante de esta mi poética manía,

desmesurada solemne mi bendición

dicha exquisita que brinda placer y calma

y habita eternamente en mi aleluya da alma.

 

Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

 

sábado, 23 de julio de 2022

PEREGRINOS

 

(Soneto Tridecasílabo)


 

Se valora más lo tangible que la vida

ignoramos cosas que no compra el dinero

en este oscuro mundo sin valores fiero

será qué acaso al ser humano se le olvida.

 

Solo somos peregrinos vamos de paso

el tiempo vuela va dejando sus señales

no somos eternos, ¡no somos inmortales!

y presto el óbito nos ciñe con su abrazo.

 

Nos vamos ni siquiera el suspiro llevamos

no hay dicha perpetua que compre la riqueza

de la cruel enfermedad nadie nos salvamos.

 

Guardemos del alma la virginal pureza

y si las virtudes orgullosas calzamos

eternizada quedará nuestra belleza.

 

Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

Imagen tomada de Google.

jueves, 21 de julio de 2022

DULCE SENTIR

 




(Octava Real)

 

El calor de tus brazos que ternura

experimenta mi cuerpo al sentirte

cuando recorre la extensa llanura

ávido en la fuente sueles hundirte,

 trasladas a colérica locura

seducida, nada puedo prohibirte,

cuando la aurora asoma misteriosa

ve fragante la delicada rosa.

 

Que erguida se posa en el aposento

corona de dicha el placer intenso

de sentir al tacto el rosar del viento

al divisarnos se siente indefenso,

alejándose en movimiento lento

viendo que tu nombre en mi boca prenso.

Enredada en tus amorosos brazos

sintiendo de cupido los flechazos.

 

A mi ser van tus remos fusionados

inquietos y traviesos me acarician

en vanguardia navegando confiados

trasmitiéndome amor a gran placer,

ceremonias que a mi persona ofician

y arrullan mis ensueños de mujer,

con sólo el tacto la razón desquician,

debido a la pasión arrolladora

de sentir tu ser que mi cuerpo explora.



Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

Imagen de google.

 

miércoles, 20 de julio de 2022

EL PRINCIPIO DEL FIN

 



Esa tarde a su regreso a casa vio a lo lejos una diminuta luz y, conforme se iba acercando hacia aquel fulgor, éste, se iba alejando de su mirada.

Cuando llegó hasta donde creía era el sitio de dónde provenía originalmente, buscó algún indicio que le confirmara el lugar exacto, mas no logró su propósito; de esa manera, desalentado, picó espuelas para apresurar su camino; era común que a veces se le hiciera tarde y regresara ya entrada la noche.

Luego de dejar en el establo listo para dormir al “Negro”, el cual era el nombre del caballo de brillante pelaje, al poder arribar finalmente al calor de su hogar, después del saludo y mientras se quitaba la chaqueta para colgarla en un perchero junto a la chimenea encendida, le habló a su bella esposa en tono de confesión:

--No te lo había querido decir para que no pienses que estoy loco pero… ¿sabes?…--.

Captando con ello la atención de su mujer quien tejía a la luz de un quinqué con ayuda también del resplandor del fuego en la chimenea, siguió comentándole en el mismo tono:

--Algunas ocasiones al regresar del potrero… he podido ver una luz que se comporta de una manera extraña…--.

La mujer, precavida, le aconseja:

--Deberías de tener cuidado y llevarte una lámpara… seguramente debe ser un cazador y… así… con una linterna tú también… no puedes de ninguna forma confundirte en la oscuridad de la noche con algún animal…--.

Él, respondió seguro:

--No… definitivamente la luz no proviene de una lámpara… es algo mucho más grande… aparte de que da vueltas sobre su mismo eje…--.

Ella, intrigada, sin saber exactamente de qué le hablaba su esposo, dejó de lado el tejido y, poniendo entonces sí toda su atención en el asunto, comenzó a preguntarle cosas y detalles tratando de comprender lo sucedido; luego de un rato de charla, ambos coincidían y confirmaban una vez más, que la vida nos depara siempre sorpresas de todo tipo.

A la noche siguiente, el hombre decidió regresar un poco más temprano que de costumbre del potrero cuando, de pronto, el “Negro” dio un sorpresivo relincho que, a pesar de ser él un buen jinete, lo intempestivo y brusco del movimiento del cuaco quien en seguida echó a galope en dirección conocida, lo tiró de la silla de montar; segundos después cuando el caballo había avanzado un centenar de metros apenas, un gran reflejo lo iluminó tirado en el piso; asustado el hombre se levantó y echó a correr; el temor le invadió por lo que corrió y siguió corriendo pero de nada le valía, aquella gigantesca luz iluminaba todo el terreno.

Cuando ya no podía seguir por el cansancio, fue a protegerse tras una enorme roca y, de ahí, pudo ver todo el panorama; una gigantesca nave se dirigía hacia donde estaba él, y de su interior le lanzaban directamente aquella potente luz; de pronto, para su sorpresa, la nave se posó con suavidad a solo unos metros de donde él se encontraba guarecido detrás de la gran piedra; sin parpadear siquiera, siguió con su mirada atenta hacia todo lo que sucedía con ese monstruoso aparato sin perderse el más mínimo detalle para, segundos después de que las luces giratorias detuviesen su frenético movimiento las cuales ahora sólo titilaban muy Lentamente, ver entonces descender del mismo a unos hombres extrañamente ataviados con atuendos semejantes al brillo de aquellas intensas luces blancas ahora titilando al parecer con pereza, de tal suerte, que no logró ver sus rostros pues aquellos múltiples resplandores lo encandilaban.

Los hombres de cuerpos y brazos y dedos alargados, bajaron de la nave como buscando algo; asustado llegó a pensar que le buscaban a él, pero desechó rápidamente la idea porque, si esa hipótesis fuese cierta, ya estaría dentro de la nave; esos extraños seres iban tras otra cosa.

En cuestión de minutos aquellas criaturas quienes al parecer encontraron lo que buscaban, volvieron a subir para después despegar en vuelo nuevamente y, así, aquél hombre que se llevó el susto más grande de su vida, se preguntaba en la mente de manera frenética una y otra vez:

“¿Quiénes serán aquellos seres que le habían pegado tamaño susto?… ¿qué sería lo que buscaban en ese lugar?”

Casi tambaleándose del miedo emprendió su camino para, un par de kilómetros adelante, encontrar al “Negro” plácidamente pastando con tranquilidad y, temblando aún de miedo, logró subir a su caballo para encaminarse a casa mientras en el trayecto se hacía una y mil veces las mismas preguntas; al arribar se dirigió directamente a su recámara, aquella experiencia le había quitado hasta el apetito.

Al otro día era su jornada de descanso, por lo que fue en busca de un primo suyo quien a la vez era su compadre y quien, por su lado, sorprendido al verle llegar con ese semblante, presintió que algo malo le sucedía a su pariente.

Después de narrarle éste último los hechos, se dirigieron hacia el lugar donde había sucedido todo; grande sería la sorpresa de ambos cuando al llegar al sitio exacto donde se había estacionado la gigantesca nave, todo parecía estar quemado pero, al acercarse un poco más, se dieron cuenta que más que quemado, parecía óxido lo que había dejado aquella inmensa nave voladora de múltiples destellos.

Ansioso por saber de qué se trataba el asunto, el pariente apresuró el paso sobre su montura para acercarse y desmontar estando ya casi sobre la mancha en aquella parte de la pradera para, así, de esa manera, poderse poner en cuclillas y mirar mejor ese supuesto óxido cuando, de pronto, se escuchó el grito de sorpresa del compadre que se incorporó llamando al otro:

--¡Compadre… venga acérquese!…--.

Aquél se acercó y, lo que parecía oxido no eran más que diminutos gusanos. Todo el lugar estaba infestado de ellos. Por más preguntas que se hacían a sí mismos, no lograban comprender tan extraño acontecimiento. Sorpresivamente con una gran celeridad y como si se hubiesen puesto de acuerdo, millones de gusanos a la vez, saltaron sobre los dos compadres.

Los caballos lograron huir pero, los dos hombres, nunca supieron ni se pudieron percatar siquiera que fueron el primer alimento que favoreció la invasión de la Tierra por seres llegados de otros mundos.




Autora: Ma Gloria Carreón Zapata.

Imagen de la web.

Obra Literaria Registrada.

10/sept./2013.

MALEFICIO

 



Una tarde de verano en que la floresta brinda su gama de colores, y la víspera se va ocultando detrás del horizonte. Un poco ermitaño Julio César, un adolescente de trece años paseaba por la orilla de la rivera disfrutando de la maravilla que le brindaba el ocaso y sobretodo gozaba de la tranquilidad a su corta edad era inusual en un chico de esa época.

El silencio acariciaba la tarde y sólo se percibía el correr de las aguas que presurosas fluían para al final desembocar en el inmenso piélago  de Playa Bagdad.

Julio César tomó un largo carrizo y jalando las piedras hacía él, elegía las más bellas, las demás las iba regresando al agua conforme caminaba.

De pronto, algo llamó su atención, era un pequeño recipiente que iba sobre el torrente, mismo que jaló con el carrizo. Al sostenerlo entre sus manos se dio cuenta que algo contenía dentro.

EL tapón estaba oxidado y el frasco opaco por el tiempo,  lleno de babaza. Lo limpió con su playera y   al abrirlo vio algo que lo dejó sorprendido. Una fotografía intacta se encontraba en el interior. Era de un hombre aproximadamente de unos treinta y cinco años, tez morena clara y ojos cafés marrón.  El chico tiró la botella y se guardó la fotografía en el bolso de su pantalón.

Después se dirigió a su casa que estaba cerca del lugar. Su padre trabajaba para uno de los hombres millonarios del pueblo y por consiguiente les facilitaba techo acogedor para toda la familia.

Una tarde al llegar de la escuela escuchó detrás de él una voz que lo llamaba.

--Niño, niño, ¿me puede regalar un poco de agua? —

Julio César volteó algo atónito para ver de dónde provenía la voz.

Se trataba de un hombre ya entrado en edad, con una larga barba emblanquecida por los años. Sus ropas rasgadas y sucias daban la impresión de que no se había bañado por un buen tiempo. El adolescente se acercó a él confiado, en aquellos tiempos el peligro no acechaba como hoy en día. En lugar de temor el niño se condolió por aquél pobre hombre.

El adolescente se dirigió a la cocina encontrándose con su padre quien llegaba de sus arduas tareas, y le comentó lo que estaba sucediendo.

--Que orgulloso me siento de ti hijo, tienes un gran corazón, anda, no hagamos esperar a ése pobre hombre, se ha de estar muriendo de hambre y sed, vamos que yo te acompaño—

Después de brindar alimento al menesteroso don José el padre del niño, se dirigió al interior de la casa para regresar con una toalla, ropa limpia, y unos rastrillos, luego invitó al hombre a que se diera una buena ducha.

Vivian en una traílla móvil y el baño estaba independiente de la misma.

Pasó más de media hora Julio César y el padre esperaban debajo de un frondoso árbol al indigente, cuál sería su sorpresa al verlo salir bañado y afeitado.

El adolescente se quedó pasmado, no podía dar crédito lo que estaba presenciando.

--No puede ser, no puede ser--, repetía para sí.

--¿Sucede algo hijo?, tal parece que has visto al mismito demonio Julio César— Manifestó el padre.

EL chico haciendo caso omiso corrió a buscar lo que había encontrado aquel día dentro del frasco, para luego mostrarle la fotografía a su padre.

El menesteroso los veía sin lograr comprender lo que estaba pasando.

Ahora era don José el que con la boca abierta y los ojos queriéndose salir de sus órbitas, volteaba a ver al extraño y a la fotografía a la vez que le preguntó.

--¿Pero, acaso es usted el de la fotografía? —

El hombre sorprendido se quedó mirando fijamente aquella fotografía.

--Se parece a mí--, dijo en un tono afligido.

-- Sí, soy yo cuando tenía treinta y tantos años—

Don José lo invitó a sentarse y el niño comenzó a explicarles como había llegado esa fotografía a sus manos.

El miserable hombre ya en confianza con lágrimas en los ojos comenzó a narrarles que hacía tres días había recuperado la memoria.

 

 --Si mi memoria no me falla me llamo Luis Ángel Gutiérrez, nací en mil novecientos cuarenta, soy originario del Estado de Puebla, tenía un pequeño negocio de fierro viejo, el  cual trabajaba junto con mi compadre --, siguió.

 --Lamentablemente me enamoré de una mala mujer y creo que fue ella quien me puso un mal--

--Pero--, siguió el hombre.

Creo que ya han pasado muchos años y envejecí sin darme cuenta del tiempo.

 --¿Quieren decirme en que año estamos y en qué lugar estoy?

Don José se apresuró a responder.

--Estamos en el año dos mil, en el Estado de Coahuila, México.

--Acaso tendrá usted ahora unos sesenta años— Dijo don José.

Desconcertado el hombre comenzó a contarles la historia de su vida.

No cabía duda, de milagro había sobrevivido, y ahora gracias a Julio César había recuperado la memoria. Don José lo invitó a pasar la noche con ellos, otro día lo iría a dejar a la central camionera, él mismo le compraría el boleto para que se reuniera con su familia, si es que aún la tenía.

Luis Ángel agradecido aceptó encantado y no dejaba de bendecir al niño, sobretodo agradecerles por lo bien que se habían portado con él.

 

Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

Imagen tomada de Google.

DE AMOR VESTIDA.

  Ha vagado entre luces del olvido manojos de quimeras de algún sueño que ya escondidas bajo adusto ceño de insidia lisonjera fue ...