Divago en el sendero que es la vida
recuerdo nuestra tarde en Coyoacán
la dicha asomaba tras del volcán
de siestas consumadas que vestidas.
A alucinaciones iban asidas
fue en la colina donde recordé
el día que tu nombre veneré
tatuándolo en mis labios y mi amén.
Me ataviaste de flores de belén
desde entonces mi amor a ti confié.
Desde entonces mi amor a ti confié
pues no es fácil en esta vida encontrar
alguien que en vedad te sepa valorar
por eso en mi alma te gravé.
Y de mi dicha de amor te culpé
ahora el cofre del recuerdo avivo
de vagar en la alusión no me privo
merecido lo tengo como premio.
Por amar a tu corazón bohemio
pues eres de mi vida el gran motivo.
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