El viento silbaba enardecido
golpeando con fuerza todo a su paso,
vi de pronto al desaliento danzar a mi lado.
Mi rostro afligido se cubrió de gotas
tornando en vaho el deseo del pensamiento;
y aleluyada contemplé a la distancia
vi a pesar de la niebla,
aquél desolado firmamento,
deambulé con el ombligo en la boca
anhelando las flores de primavera
que un día cubrieron la tierra.
Más hoy el suelo estaba cubierto
de gotas diminutas de nevisca,
yerta el alma se alejaba
cada vez de la alegría,
y desde lo arcano del pensamiento
brotó la melancolía.
Arde la pasión dentro del pecho,
en tanto el alma se hunde en un abismo.
Altitonante el astrífero cielo
me cubrió con su mantilla.
fue entonces que
quise gritar lo que no siento.
Vociferar a los cuatro vientos
que te he olvidado
que mi pensamiento se niega
a detenerse a pensar en ti,
más aún que tu existir no me inquieta.
incluso que soy feliz con mi nostalgia.
¡Más mi boca se niega a pronunciarlo!
Maldita razón que rechaza afirmar
que te odio y te maldigo,
quiero decir al mundo
que jamás he amado.
¡Por el contrario mis palabras
se hacen nudo en mi garganta
y me es imposible pronunciarlo!
Pretendo sostener la falacia
de que de ti me he burlado,
ensayo mil formas de gritar
que nunca el amor
en mi corazón ha anidado,
pero este corazón empecinado
se niega, y se empeña en vociferar
que sólo a ti te sigue amando.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
Imagen tomada de Google.
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