Tirria tengo de la cristalera
cuando se asoma a contemplarte
de en medio de las nubes
y acaricia tu birrete,
furia tengo contra el viento
que se arrulla en tu barbilla.
Pero más sospecho de las estrellas,
que te iluminan cada noche de luna
y en tu mirada serena
se mece la alborada
adornada de nuevos brillos.
Y siento en mi pecho un nudillo,
más al verte parezco un corderillo
y cuando más me propongo a olvidarte,
mi alma testaruda más se empeña en amarte.
Que más quisiera yo que olvidarte.
¡Más te amo cada instante!
más te encuentro sin buscarte,
pero tus índigos ojos que me fascinan
ellos me buscan cada instante
por lo tanto me doy cuenta.
¡Que nací para adorarte!
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
Imagen tomada de Google.
De Alan Ayers
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