martes, 14 de abril de 2020

ÉL.






Tribulados ojos que yo suelo amar 
me mira sonríe me sigue me acecha 
creo que me ama tengo la sospecha 
él sus horas muertas me suele brindar. 

Esa su mirada de cielo de mar 
profunda serena dulce como miel 
cautiva me inquieta me eriza la piel 
como él ninguno me ha sabido amar. 

En esos sus ojos yo encuentro la paz 
semejan luceros en su parpadear 
cuando nos miramos ambos a la par 
y la dicha eterna refleja mi faz. 

Eterna se me hace la tarde al caer 
gallardo buen mozo no verlo enferma 
y no por ello la esperanza merma 
esperarlo causa agradable placer.

Autora: Ma. Gloria carreón Zapata.
Imagen tomada de Google.

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