lunes, 15 de julio de 2024

INTUICIÓN






“Dudo que algún día un ordenador 

o un robot logre igualar la intuición del intelecto humano.”

(Isaac Asimov)




 

Había decidido permanecer soltera. Tenía una profesión, un buen trabajo, salud y belleza, ¿Qué más podía pedir a la vida?

A sus treinta y tres años se sentía satisfecha. Plena como mujer.

 Y al ver como su hermano mayor dedicado a la construcción, y su cuñada quien prestaba sus servicios como enfermera en una clínica particular, y a base de mucho sacrificio sacaban a la familia adelante, Irene sentía pena por ellos.

 - ¡No!, esa vida no es para mí, no deseo que se repita la historia de mi madre, no quiero traer hijos al Mundo a sufrir—

Pensó mientras se detenía en un quiosco de revistas para adquirir algún libro. Amaba la literatura y pensaba que era la mejor inversión que podía hacer.

De pronto algo llamó su atención.

“En aumento los feminicidios”.

Era tiempo de elecciones y se había desencadenado intensamente una ola de violencia en la ciudad gracias a la ambición desmedida por el poder y el dinero de muchos quienes solo pensaban en llenar sus bolsillos con el dinero del pueblo. Aunque ella conocía muy bien a la prensa, que se alquilaba al mejor postor.

Afortunadamente los ciudadanos, así como ella, habían despertado y ya no se tragaban el cuento de los politicastros quienes vendían sus promesas huecas en cada campaña. Propuestas que no cumplían al llegar al poder. Y este era un tema que le causaba nauseas, siempre lo mismo.

Más que por su rostro y elegante figura se caracterizaba por su vasta inteligencia, culta, tierna, sencilla y empática además de que poseía una gran sensibilidad.

 Ese sábado por la noche salía del antiguo bazar. Negocio familiar heredado por los abuelos, el cual le tocaba atender los sábados después del mediodía.  Entre semana se encargaban su madre y su hermano más pequeño.

Volteo a ver el reloj que exactamente marcaba las ocho de la noche. Se colgó el bolso y después de apagar las luces salió del bazar. Echando llave escuchó una voz a sus espaldas.

--¡Hola, Irene!, me alegra encontrarte. Se trataba de Elsa su amiga de la infancia y compañera de secundaria, bachiller y universidad. Ambas habían cursado la carrera de administración de empresas, actualmente laboraban en la misma compañía.

Se abrazaron contentas y después de saludarse Irene le presentó al amigo que la acompañaba.

--Mira, te presento a Esteban --, es un nuevo amigo y vecino. Hace un mes aproximadamente se cambió a los departamentos—

Irene observó detenidamente al joven a la vez que le ofrecía la mano para saludarle, él, apretándosela fuertemente y halando a la chica hacia si mismo sorpresivamente el tipo en un atrevimiento le plantó un beso en la mejilla. Ella se separó inmediatamente de él y al querer retirar su mano, él más se la apretaba.

--Qué humillación, qué atrevido este animal. Sin duda es un ser despreciable, controlador y dominante, pensó ella.

La sonrisa fingida se contrajo convirtiéndose de inmediato en una mueca de disgusto, y, cuando sus miradas se cruzaron, esa impúdica mirada y la irónica sonrisa a la vez misteriosa del joven dejaba más preguntas que respuestas, reflejo de su inescrutable personalidad. Desde ese mismo instante ella sintió odio por el sujeto, y un terrible escalofrió invadió su cuerpo.

Un presagio se había apoderado de ella y la puso en alerta, como otras ocasiones le había sucedido. Su sexto sentido estaba muy bien afinado.

Elsa quien se percató del atrevido comportamiento de su amigo, por otro lado, se dio cuenta de la forma en que Irene miraba a Esteban, aunque estaba acostumbrada a las reacciones extrañas de su amiga, esta vez la justificaba.

 Para romper el hielo que se sintió, les dijo.

--¡Pero, vamos! No se queden ahí parados los invito a tomar un refresco o algo por ahí—

--Sabes que me es imposible respondió Irene molesta. Tengo que regresar a casa, mi madre se encuentra sola, mi hermano tiene un compromiso, me toca cuidar de ella, ya será en otra ocasión—

Se despidieron e Irene se dirigió al estacionamiento ansiosa por alejarse de ese recién conocido.

Más que espantada se sentía muy desorientada. Otras ocasiones había sentido algo parecido con otras personas, pero esta vez era diferente.

Esa maléfica mirada de Esteban la había asustado incluso le llegó a provocar un odio intenso que ella desconocía.

Al día siguiente Elsa la llamó por teléfono para invitarla a salir.

--Pero, ¿irá tu nuevo amigo? –

-Sí, respondió de aquel lado de la línea Elsa.

---¿A todo esto, de dónde sacaste a esa bestia con pantalones? – Preguntó Irene.

 --Después te cuento su historia--

--No, déjalo así, no me interesa ni siquiera volver a cruzarme con él--

Elsa alzó los hombros en forma de resignación, se despidió y colgó.

A Irene no le gustaba para nada la idea de acompañarles, solo de imaginar volver a verlo le causaba malestar.

Aunque, sería bueno conocer a ese atrevido vecino de Elsa, para descubrir quién es en realidad.

¿Qué tal si en la cama sea igual de apasionado y me deja satisfecha? Pensó.

Al fin tenía meses que no se acostaba con nadie desde que había terminado la relación de siete años con Rodrigo y este animal no estaba físicamente nada despreciable, según sus gustos.

Era fuerte y de gran musculatura, y con ese rostro era capaz de engañar a cualquier mujer. Cerró los ojos y se imaginó en sus brazos, sintiendo el cálido aliento se entregó al placer que le permitía su febril ensoñación.

-Pero, que estupidez estoy pensando murmuró, ni, aunque fuera el último hombre sobre el planeta tendría sexo con ese orangután--

Y entre el vago rumor de las cortinas que al moverse le sugerían ser la voz de Esteban pidiéndole perdón por el atrevimiento de haberle arrancado un beso a la fuerza, se levantó a cerrar la ventana para luego refugiarse en los brazos de Morfeo.

En lo que el eco caprichoso de su mente seguía repitiendo su nombre entre murmullos como si se tratara de un largo estribillo.

Al día siguiente se dirigió a una tienda de autoservicio y le llamó la atención el encabezado de la primera plana del periódico que se encontraba a unos pasos.

--“Las autoridades ya están tras la pista del feminicida”. Leyó.

Una rara sensación estrujó su sensible corazón y se alejó del puesto de periódicos con una terrible inquietud que le dictaba su intuición femenina.

De pronto el sonido del celular la hizo estremecer.

Al responder, vaya sorpresa, se trataba de Esteban.

--Lo siento, pero me es imposible tengo un compromiso a las ocho treinta de la noche, será otro día, — Respondió tajante.

 

Eran aproximadamente las siete de la tarde cuando escuchó la campanilla que colgaba de la puerta del bazar y al voltear, ¡vaya sorpresa. El recién llegado con mirada desafiante la observaba desde la entrada del lugar.

Ella sin disimular el disgusto que le causaba esa inesperada visita y con mirada desafiante le invitó a retirarse.

--Que inoportuno eres --, enunció.

---Como evades mis llamadas, supuse que estabas este día en el local, respondió el intruso.    

¡Tú y yo no tenemos nada de qué hablar, lo nuestro terminó hace muchos años debido a tu infidelidad, no insistas! Dijo ella cortantemente, rechazando las flores que le recién llegado le entregaba.

 --Es la hora en que empiezo a hacer el inventario para irme a descansar, tú lo sabes dijo con voz tajante—

El hombre en lugar de retirarse, se fue acercando lentamente hacia ella y sin perderla de vista le murmuró al oído unas palabras.

--Si no eres mía, no serás de nadie más

El rostro de Irene se cubrió de terror e intentó gritar, pero el individuo se lo---impidió. La abrazó de la cintura fuertemente con la mano izquierda, con la derecha le cubrió la boca mientras la arrastraba hasta el interior del lugar. Ella en su último intento por salvar su vida y sin dejar de manotear, le clavó las uñas en el rostro, luego alcanzó con la mano derecha una figurilla de bronce del estante y le asestó un fuerte golpe en la cabeza.

El criminal gritando de dolor cayó de rodillas aturdido y chillando de pena, momento que ella aprovechó para correr hacia la puerta de salida. Estaba a punto de lograrlo cuando sintió que algo se estrellaba en su cabeza, a punto de desmayarse y caer el terror del momento le ayudó a restablecerse rápidamente, fue cuando sintió un tibio líquido que le cubrió parte del rostro y le impedía ver. Minuto que aprovechó el atacante para agarrarla y lanzarla despiadadamente contra la pared, después rodeo el cuello con sus dos manos saboreando el triunfo de su mente desquiciada y presionando fuertemente con fiereza la estranguló. Después salió del lugar perdiéndose en la oscuridad de la noche.

Por su lado la madre de Irene quien en ese momento esperaba a su hija para cenar juntas, ya preocupada por la tardanza pensando que tal vez después de haber cerrado el negocio se había ido con Elsa a cenar por ahí como algunas veces lo hacía. Recogió la mesa y se retiró a descansar, su intuición de madre le decía que algo andaba mal. Al día siguiente doña Estela que así se llamaba la madre de Irene se asomó a la recamara, era domingo y su hija tal vez había regresado de madrugada, se asomó a la recamara y le sorprendió ver la cama tendida, indicio de que su hija no había dormido en casa.

La llamó de inmediato sin obtener respuesta.

Que extraño, no me responde el celular, ella me avisa cuando va a salir a algún lugar con sus amigas, jamás ha faltado a casa, pensó. De inmediato llamó a Elsa quien le comunicó que desde el viernes no sabía de ella.

Elsa llamó a Esteban y le hizo saber lo que estaba sucediendo.

--Andará por ahí con alguna conquista, se ve que esa amiga tuya me tiene tirria, ni siquiera me responde llamadas, ya aparecerá--, le respondió indiferente.

Elsa conocía muy bien a Irene no salía sin su compañía, además de que se explayaba en sus confidencias con ella, era su mejor amiga y sabía que era incapaz de faltar a su casa a dormir.

--¡Dios mío! Que no le haya pasado nada, pensó intranquila--

Se dirigió de inmediato al bazar cuya puerta se encontraba abierta. Le extrañó ver todo en completo desorden y el espectáculo que vio después la dejó paralizada de terror. Su amiga, su gran amiga se encontraba tirada en el suelo sobre un gran charco de sangre, misma que cubría la mitad de su rostro. A unos cuantos metros vio una figurilla de bronce, y un montón de rosas rojas esparcidas por doquier.

--Gritando desaforadamente corrió a abrazarse del cuerpo de su querida amiga, para después salir corriendo a pedir auxilio—

Era domingo y la calle se encontraba solitaria a esa hora.

--¡Auxilio!, --¡ayúdenme por favor

 

Volvió a entrar al local sin dejar de gritar.

--Quién pudo haberse ensañado con ella de esta manera, gritaba--, ¡maldito asesino!

El lugar se fue llenando de curiosos quienes de inmediato dieron aviso a las autoridades, no tardaron en hacer arribo el personal policial, de investigación, el técnico de inspecciones oculares y el médico forense, bajo la dirección del fiscal.

Grande fue la sorpresa de Elsa al ver entre los presentes a su reciente amigo Esteban.

Se dirigió hacia él sin dejar de gritar:

--¡Está muerta Esteban!, ¡está muerta, pero ese maldito asesino no se escapará de la justicia, lo juro! —

Ese grito de dolor e impotencia se fue haciendo eco perdiéndose en la distancia.

--Se limpió las lágrimas y ya más tranquila dirigiéndose a esteban lo interrogó.

Pero dime, ¿qué haces aquí, y ese golpe que traes en la frente? —

Esteban solo respondió, --gajes del oficio--, tratando de cubrirse el golpe con el cabello y mostrándole una pequeña placa que decía: Agente especial.

--Estoy a cargo de los casos de feminicidios—

Después de que los investigadores policiales aislaron la escena, documentando evidencias y entrevistando a los pocos testigos, y los fotógrafos forenses documentaron la escena y evidencia con fotografías para preservar detalles importantes.

Luego de las primeras pesquisas y de que el forense levantara el cuerpo, llegando a la comisaria, Elsa se quedó tranquila sabía de antemano que su amigo y vecino pronto daría con el asesino de Irene.

Y después de interrogar a Elsa, ella se retiró a casa.

Pasaron los días y ni Elsa ni los padres de Irene tenían noticias del homicida.

Una mañana antes de irse al trabajo se le ocurrió pasar al departamento de Esteban para ver si había alguna noticia del caso.

Tocó la puerta, Esteban la recibió sorprendido.

Hola Elsa, pero, pasa no te quedes ahí parada, dijo.

--A ella le llamó la atención el semblante pálido y las ojeras oscuras, indicio de no haber dormido en toda la noche—

Seguramente este se fue de parranda anoche, pensó Elsa.

--Buenos días Esteban, dijo, pese a que ni la familia de Irene ni yo hemos recibido ninguna noticia del caso decidí pasar a preguntarte cómo va la investigación—

Él la miró fijamente a los ojos a la vez que respondió.

--Es un largo proceso que se incluye dentro del ámbito penal, el criminólogo y forense y demás equipo seguimos recopilando información, buscando algún testigo, para poder establecer la causa del delito, ya que por robo queda descartado, pero ya te avisaré como sigue la investigación--

Elsa se despidió, ya en el camino recordó algo que la dejó pensativa,

dio la vuelta en la rotonda y volvió a dirigirse al departamento de Esteban. Luego tocó el timbre y está vez él no abrió. Tal vez se quedó dormido se ve que no ha descansado en días, murmuró-

--Al tocar la perilla de la puerta y se dio cuenta que él había olvidado echar llave, se introdujo sin hacer el menor ruido y tomó una fotografía a una figurilla que se encontraba en una bolsa de plástico que estaba sobre la mesita de centro de la sala, luego se retiró del lugar tratando de no hacer ruido.

--Qué extraño, ¿por qué la conservará en su poder? —

Ella recordó haberla visto tirada y ensangrentada en la escena del crimen, tal vez la sangre era de su amiga, pero…

¿Y si Esteban era el asesino de Irene y ahora quería ocultar el cuerpo del delito, además, quién le había ocasionado tremendo golpe en la frente?

Una idea se le vino a la mente y se dirigió a la delegación, pidió hablar con el perito en criminología en turno, quien la recibió de inmediato.

Abrió su bolso y sacando su celular le mostró la fotografía de la figurilla de bronce narrándole sus sospechas.

--Verá señor, fui la mejor amiga y quien hizo la denuncia del caso del feminicidio de Irene Sandoval, recuerdo haber visto esta figurilla de bronce tirada a un lado del cuerpo de mi amiga, tal vez sea equivoca mi sospecha, pero también soy amiga del detective Esteban San Lorenzo, y…-- Por un momento se arrepintió de lo que estaba haciendo, pero era más fuerte el deseo de que capturaran al asesino…, siguió hablando.

Hace un rato pasé al departamento de mi amigo y vecino para saber si había alguna noticia respecto al caso y, cuando me dirigía a mi trabajo recordé haber visto esta estatuilla ensangrentada tirada al lado del cadáver, lo que más me intrigó fue verla en su departamento, tal vez sea una pieza importante para el esclarecimiento del crimen.

--Por un instante el criminólogo se quedó pensativo, para luego dirigiéndose a ella y haciéndole algunas recomendaciones, le prometió investigar—

Y efectivamente, había pasado una semana cuando recibió una llamada del perito en criminología, ella sabiendo que lo que había hecho estaba mal y podía ser acusada de entorpecer la investigación.

--Solo hablo para agradecerle, porque gracia a usted hemos podido esclarecer el crimen de su amiga Irene—

Elsa apenada por lo que había hecho y sin saber que decir se quedó callada por unos minutos.

--Perdóneme, sé que hice mal, pero deseaba con toda mi alma que dieran con el asesino de mi amiga, y quizá de muchas otras mujeres víctimas de ese maldito psicópata—

Ya se enterará por la prensa de quien se trata, y colgó.

Otro día se dirigió a la tienda de autoservicio a comprar el periódico del día, grande fue su sorpresa la leer el encabezado del periódico.

“Capturan a los homicidas de la joven Lic. Irene Sandoval, se trata del Ingeniero Rodrigo Heredia Sotomayor, en complicidad del agente especial de investigación Esteban San Lorenzo”.

 



Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

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