domingo, 25 de febrero de 2024

ÁCIDRA

 


 



 

Libia, una bella joven quien cayó en las adicciones, un día siendo aún menor de edad se perdió. Por más que la buscaron incluso después de haber difundido su extravío por la llamada Alerta Amber en las primeras horas de su pérdida, no apareció sino hasta diez años después aparentemente curada de su enfermedad.

Sus padres, tratando de hacerla sentir bien y confiada en sí misma, reunieron a sus amigos más cercanos para celebrar su aparición en circunstancias ciertamente aceptables para la gravedad del caso. Organizaron una excursión como las hacían en sus mejores tiempos y, llegado el momento, fueron al extenso bosque cercano a la ciudad en donde vivían deseando pasar un divertido fin de semana. Aunque ella se había negado inicialmente a acompañarles no les fue difícil convencerla, pues amaba la Naturaleza, decía que le daba buena vibra y que se sentía renovada cada vez que visitaba el bosque.

Luego de haber llegado y comido ya parte de lo que llevaban en diversas viandas, siendo aproximadamente las seis de la tarde, se despidió de los amigos que se encontraban bañándose en la cascada disfrutando del cálido verano, ya que sentía algunas molestias debido a que traía desveladas acumuladas de esos diez años. Se retiró a la casa de campaña a descansar y se quedó tan profundamente dormida, que apenas sintió cuando sus acompaños regresaron del agua. De pronto un ruido la arrancó de los brazos de Morfeo a media noche, y volteó a ver a sus amigas con las que compartía la casa de campaña, las cuales se encontraban profundamente dormidas.

Inicialmente creyó que habían sido los ronquidos que la habían despertado pero, al voltearse para tratar de seguir durmiendo, volvió a oír el mismo ruido extraño que había escuchado anteriormente, así que salió de la casa de campaña para ver de qué se trataba. Al asomarse, logró ver con la luz de la Luna algo que corrió a esconderse detrás de uno de los gigantescos arboles del lugar. Y armándose de valor con lámpara en mano, se dispuso a descubrir qué era esa cosa extraña que le había impedido conciliar el sueño otra vez.

Al llegar al árbol, no encontró nada, y debido a la espesura del bosque le fue difícil ver alguna huella, aunque sí alcanzó a escuchar el ruido de las hojas que se movían, y siguió en dirección del sonido. De pronto reaccionó y decidió volver adonde estaban sus compañeros. Sintió temor a perderse debido al frío y a la oscuridad, y se dio la vuelta para regresar. Fue en ese instante que volvió a escuchar ese extraño ruido, y decidió descubrir qué era eso que trataba de asustarla. Un segundo después vio una sombra parada frente a ella, la cual no alcanzó a descubrir que era. De lo que sí estaba segura, era de que no se trataba de ningún animal. Clavó entonces la mirada en aquel intruso que la miraba sin parpadear, al igual que ella lo hacía, pero debido a la oscuridad sólo se podían distinguir unos ojos brillantes como brazas que la miraban fijamente sin perder detalle.

Luego, en un instante y sin saber la razón, esa cosa se echó a correr. Libia  decidió seguirlo. Era como de medio metro y se movía con demasiada agilidad. De pronto, la lámpara comenzó a fallarle y se vio en medio de una tenebrosa oscuridad, pero guiada por el ruido de las hojas y la luz de la Luna que se filtraba por las copas de los árboles, se sintió invadida por un valor que ella misma desconocía, así que siguió detrás de esa extraña cosa.

Sin dejar de agitar la lámpara que prendía por ratos, se encontró de pronto dentro de un lugar extraño, totalmente iluminado, donde se apreciaba hasta el más mínimo detalle. Fue entonces que se vio rodeada de unos seres salidos como de otra dimensión, de piel verduzca y baja estatura, mismos que la rodeaban sorprendidos mirándola de arriba abajo. De pronto se sintió paralizada del miedo, arrepentida de haberse alejado del campamento.

Uno de esos seres la tomó de la mano conduciéndola al interior de ese lugar, y fueron seguidos por los demás. Parecían amigables, pero no dejaba de sentir temor al mirarlos tan extraños y amorfos. Sentía que la estaban conduciendo a la profundidad de la tierra, donde no había final a la vista. Todo lo que veía la dejaba asombrada. Se trataba al parecer de otro Mundo con un ecosistema diferente y vegetación de grandes proporciones. Hasta el aire que respiraba tenía un olor extraño y era además como si el tiempo no existiera. De pronto se sintió flotar y buscó la salida de la cueva Fue en ese instante que escuchó una voz masculina decir unas palabras que la hicieron estremecer.

-Esta joven murió a causa de una sobredosis.

Abrió los ojos sobresaltada sintiéndose en seguida flotando en ese cuarto que desconocía y, entonces, desde lo alto del techo, no pudo lograr reconocer a las personas que lloraban junto a su cuerpo tendido en aquella cama.



 

Autoría: Ma Gloria Carreón Zapata.

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Imagen tomada de Google.

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