(Décimas endecasílabas)
El cantar de la Luna misteriosa
se escucha susurrando melodioso
tal pareciera un ruego religioso
en noches oscuras y silenciosas.
Y ella viste el atuendo de una diosa
Quien reposa en la nube de los sueños
admirada por todos los porteños
sigue arrullando las blancas estrellas.
Y duermen relucientes las doncellas
guindando del manto de los ensueños.
Guindando del manto de los ensueños
cantan alegres la dulce canción
y hacen su inesperada aparición
alegrando a todos los lugareños
tanto a grandes también como a pequeños
suben, bajan apoyadas por Luna
reflejándose en la abismal laguna
que es el espejo de la cristalera
Donde de noche su belleza viera
contemplando sus ojos de aceituna.
Contemplando sus ojos de aceituna
peina su cabellera plateada
la esperanza se toma a cucharadas
paladeando su dulzura una a una.
Y agradece al eterno la fortuna
el privilegio de poder soñar
y el extenso universo iluminar
también hace danzar al argentado
Quien de ella vive muy enamorado
la invita en sus olas
a surfear.
La invita en sus olas a surfear
la acompaña una verde caracola
que viste también elegante estola
y alegre muestra su blanco perlar.
Anhelando al manto poder trepar
y sonreír al Sol que desde arriba
sin que nadie mirarlas le prohíba
contemplar tan hermoso panorama
Mirando a su lunita que lo llama
para que la vibrante escena escriba.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
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