jueves, 11 de diciembre de 2025

El Delito de Necesidad y la Injusticia Social.

 






Ensayo



 

​¿Hasta qué punto es justa una sociedad que castiga el crimen de subsistencia en lugar de prevenirlo? Para responder a esta pregunta, es fundamental analizar la crítica que obras inmortales de la literatura, como Los Miserables de Victor Hugo, realizaron al sistema penal y social de su época, a través del calvario de Jean Valjean. La historia de Valjean, condenado por robar un pan para alimentar a unos niños, plantea un dilema ético y legal que sigue vigente. Por ello, se argumenta que el sistema de justicia actual debe mitigar el castigo por robo de subsistencia, reconociendo la necesidad como atenuante, porque el verdadero error no recae únicamente en la ley, sino en la falta de empatía de la sociedad, la cual ignora las causas estructurales que llevan al crimen.

​Más que el simple cumplimiento de la ley, la falta de empatía de sus ejecutores es lo que perpetúa la injusticia, recordándonos que deberíamos ponernos en los zapatos de los demás. Victor Hugo encarna esta tesis en el Inspector Javert, un personaje cuya devoción inquebrantable a la letra de la ley lo convierte en un motor de la crueldad. Javert se niega a reconocer cualquier atenuante, viendo el robo de Valjean como una transgresión pura, sin importar que haya sido motivado por el hambre de unos niños. Esta rigidez ilustra la falla esencial del sistema penal que el ensayo critica: la ley sin misericordia es inhumana. Al aplicar un castigo desproporcionado por un "delito de necesidad", el sistema demuestra su incapacidad para distinguir entre el criminal por maldad y el criminal forzado por la supervivencia.

​Sin embargo, la rigidez legal que encarna Javert no es solo un problema histórico de un código penal anticuado; es el reflejo de una falla estructural que persiste hoy. La crítica de Hugo no es un mero eco histórico, pues la presión estructural que obliga a delinquir persiste, como se ilustra en la vida de los inmigrantes indocumentados en USA, donde la amenaza de detención les impide salir a trabajar, careciendo de lo más indispensable para sí mismos y sus familias. Esta situación, al igual que la de Valjean, demuestra que la ausencia de vías legales para la subsistencia transforma la necesidad en coacción. Cuando la ley bloquea las oportunidades legítimas, la elección no es entre el bien y el mal, sino entre la supervivencia y el respeto a un sistema que los ha excluido. Por lo tanto, el delito no es un acto de malicia, sino una respuesta previsible y forzada a la injusticia sistémica de la pobreza extrema y la exclusión.

​Esta persistencia de la injusticia nos obliga a una profunda autocrítica: la ley y la sociedad solo mejorarán si nos ponemos en los zapatos del otro y reconocemos la posibilidad de ser víctimas de ese mismo sistema. En última instancia, no solo la ley es culpable de estas injusticias, sino toda la sociedad por su carencia de empatía, desviando la culpa del fracaso estructural hacia el individuo marginalizado. Al no asegurar las necesidades básicas, la comunidad se vuelve cómplice del círculo vicioso de la pobreza y el crimen. Por lo tanto, el reconocimiento legal del "delito de necesidad" debe ser solo el primer paso. La verdadera reforma requiere que la sociedad combata activamente el egoísmo y la indiferencia que permite que millones de personas se vean obligadas a elegir entre el hambre y la transgresión de la ley.

​En conclusión, la tragedia de Jean Valjean en Los Miserables de Victor Hugo no es solo un relato de ficción histórica, sino una crítica atemporal a la rigidez de la ley y la indiferencia social. La mitigación del castigo para el delito de subsistencia no es un acto de caridad, sino un imperativo ético y legal que reconoce la realidad de la injusticia estructural. Por lo tanto, el camino hacia una justicia restaurativa y equitativa requiere más que códigos penales actualizados. Exige la reconstrucción de las instituciones de control social de la comunidad y una profunda transformación de nuestra moral colectiva. La verdadera lección de Hugo, y la reflexión central de este análisis, es clara: "Si fuéramos más humanos y nos preocupáramos por el prójimo, la vida sería diferente. Olvidémonos de tanto egoísmo y todos juntos reconstruyamos un mejor futuro para las generaciones venideras."

 

Autora: Ma. Gloria Carreón zapata.

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