Fuimos víctimas del cruel destino
que nos condenó al
olvido.
Pero fue la memoria, y no Cupido,
la que cumplió su
obra,
volviendo a evocar el
fantasma de nuestro
pasado.
Hizo eco de tu sí
roto en mi oído,
trayendo el amargo recuerdo
de lo felices que fuimos
en aquella noche de entrega,
que no marcó una vida,
sino el inicio de una
ausencia.
Bastó el fantasma de un beso
y una caricia perdida
para nombrarte mío,
y a mí, tuya en esta pena eterna.
Autora : Ma. Gloria Carreón Zapata.
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