Un Romance de Supervivencia y
Rendición.
La vida me llevó a un encuentro
predestinado con España, una tierra que prometía ser solo un lienzo cultural,
pero que en realidad escondía la silueta del gran amor de mi vida. Aquel viaje,
salpicado de historia y arte, me condujo por senderos antiguos, desde las
luminosas playas de Valencia hasta el corazón vibrante de Madrid y la austera
nobleza de Zaragoza.
Mi primera parada fue un abrazo
cálido y familiar en Mislata, Valencia. Ahí me esperaba Olga, mi amiga, mi
hermana elegida, la luz constante de una amistad de más de quince años. Con una
fidelidad inquebrantable, un espíritu amoroso y una empatía que calma el alma,
me abrió las puertas de su hogar y de su vida. Juntas, paseamos por Valencia,
ajenas al giro que el destino estaba preparando, cerca de la "Casa de la
Dona", donde Olga participaba en sus obras de teatro.
El Corazón de una Sobreviviente.
La verdad es que, cuando pisé. España,
mi corazón era el de una sobreviviente. Había pasado dos años sumida en un
doloroso duelo, tras una traición que me había marcado. Había sido víctima de
un canalla narcisista que me hizo perder siete años de mi vida y que, al final,
me clavó la puñalada por la espalda porque me negué a someterme a sus
caprichos.
Mi alma estaba marcada por esa
experiencia, y la idea de un amor puro y sincero era casi una quimera. Pero en
el universo hay justicia. El destino, o Dios, estaba trazando una línea de
recompensa: el premio a mi resistencia y a mi dolor vivido me esperaba.
La Profecía de Madrid.
Fue Madrid la ciudad que encendió
esa luz de esperanza. El Barrio de las Letras se convirtió en un santuario para
mi alma. Entre sus calles empedradas, donde cada placa de suelo cita a un
genio, el eco de grandes escritores como Cervantes, García Lorca, Bécquer,
Quevedo y Pérez Galdós parecía susurrar. Y en medio de esos versos inmortales
sobre la pasión y la vida, se gestaba mi propia historia. El amor latía ya en
mis adentros, con la promesa de un gran romance, y yo aún no me daba cuenta de
que cada poema era un presagio.
La imponente Puerta de Alcalá me
pareció un portal, el frondoso Parque del Retiro un refugio. Mi sexto sentido,
ese oráculo personal, vibraba con una intensidad inusual: “Madrid tiene algo
para ti,” me decía en un eco constante, grabando en mí un anhelo inexplicable
de volver.
La Revelación Digital y el Amor Puro.
Lo que yo no sabía era que el
hilo rojo que sentí tejerse en Madrid ya se había enredado a pocos metros de
Olga, en Valencia.
Fue justo frente a la "Casa
de la Dona" donde Olga y yo nos tomamos una fotografía, una instantánea
que mi amiga, con naturalidad, compartió en sus redes sociales.
Y el destino, con una sutileza
impecable, hizo su jugada.
Alfonso, conocido y vecino de
Olga, un madrileño de corazón que por causas del destino radicaba en Valencia, vio
aquella imagen. Su corazón dio un vuelco al verme. Se preguntó: “¿Quién es
ella? Si es amiga de Olga, ¿por qué jamás la he visto?” Un desconocido, a miles
de kilómetros de mi hogar en México, comenzó una búsqueda silenciosa que duró
un año entero, persiguiendo mi perfil, alimentando un amor puro que crecía sin
que yo lo supiera.
Finalmente, en enero del año
pasado, el amor le dio el valor. Me contactó.
Me reveló su historia: la
fotografía, la curiosidad convertida en anhelo, y el irrevocable hecho de que
se había enamorado. Su confesión era tan sincera como un poema. Este madrileño
en Valencia era la materialización de la certeza que sentí en Madrid.
A pesar de las fronteras,
nuestra conexión se volvió innegable. La recompensa a mi resistencia había llegado.
Alfonso me pidió que fuera su novia y, hoy, con la dicha de haber encontrado un
amor tan bello y puro que sanó cada herida del pasado, puedo decir que soy su
prometida.
España no fue solo un viaje; fue
un mapa de carreteras del alma que, guiado por Dios, me llevó directamente a
él. El hilo rojo del destino me unió a Alfonso, y por ese madrileño que me
miraba desde Valencia, volveré a esa tierra que unió nuestros caminos para
siempre.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata
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