lunes, 15 de diciembre de 2025

EL HILO ROJO DEL DESTINO




                                                                         


Un Romance de Supervivencia y Rendición.

 

​La vida me llevó a un encuentro predestinado con España, una tierra que prometía ser solo un lienzo cultural, pero que en realidad escondía la silueta del gran amor de mi vida. Aquel viaje, salpicado de historia y arte, me condujo por senderos antiguos, desde las luminosas playas de Valencia hasta el corazón vibrante de Madrid y la austera nobleza de Zaragoza.

​Mi primera parada fue un abrazo cálido y familiar en Mislata, Valencia. Ahí me esperaba Olga, mi amiga, mi hermana elegida, la luz constante de una amistad de más de quince años. Con una fidelidad inquebrantable, un espíritu amoroso y una empatía que calma el alma, me abrió las puertas de su hogar y de su vida. Juntas, paseamos por Valencia, ajenas al giro que el destino estaba preparando, cerca de la "Casa de la Dona", donde Olga participaba en sus obras de teatro.

 

El Corazón de una Sobreviviente.

 

​La verdad es que, cuando pisé. España, mi corazón era el de una sobreviviente. Había pasado dos años sumida en un doloroso duelo, tras una traición que me había marcado. Había sido víctima de un canalla narcisista que me hizo perder siete años de mi vida y que, al final, me clavó la puñalada por la espalda porque me negué a someterme a sus caprichos.

​Mi alma estaba marcada por esa experiencia, y la idea de un amor puro y sincero era casi una quimera. Pero en el universo hay justicia. El destino, o Dios, estaba trazando una línea de recompensa: el premio a mi resistencia y a mi dolor vivido me esperaba.

 

La Profecía de Madrid.

 

​Fue Madrid la ciudad que encendió esa luz de esperanza. El Barrio de las Letras se convirtió en un santuario para mi alma. Entre sus calles empedradas, donde cada placa de suelo cita a un genio, el eco de grandes escritores como Cervantes, García Lorca, Bécquer, Quevedo y Pérez Galdós parecía susurrar. Y en medio de esos versos inmortales sobre la pasión y la vida, se gestaba mi propia historia. El amor latía ya en mis adentros, con la promesa de un gran romance, y yo aún no me daba cuenta de que cada poema era un presagio.

​La imponente Puerta de Alcalá me pareció un portal, el frondoso Parque del Retiro un refugio. Mi sexto sentido, ese oráculo personal, vibraba con una intensidad inusual: “Madrid tiene algo para ti,” me decía en un eco constante, grabando en mí un anhelo inexplicable de volver.

 

La Revelación Digital y el Amor Puro.

 

​Lo que yo no sabía era que el hilo rojo que sentí tejerse en Madrid ya se había enredado a pocos metros de Olga, en Valencia.

​Fue justo frente a la "Casa de la Dona" donde Olga y yo nos tomamos una fotografía, una instantánea que mi amiga, con naturalidad, compartió en sus redes sociales.

​Y el destino, con una sutileza impecable, hizo su jugada.

​Alfonso, conocido y vecino de Olga, un madrileño de corazón que por causas del destino radicaba en Valencia, vio aquella imagen. Su corazón dio un vuelco al verme. Se preguntó: “¿Quién es ella? Si es amiga de Olga, ¿por qué jamás la he visto?” Un desconocido, a miles de kilómetros de mi hogar en México, comenzó una búsqueda silenciosa que duró un año entero, persiguiendo mi perfil, alimentando un amor puro que crecía sin que yo lo supiera.

​Finalmente, en enero del año pasado, el amor le dio el valor. Me contactó.

​Me reveló su historia: la fotografía, la curiosidad convertida en anhelo, y el irrevocable hecho de que se había enamorado. Su confesión era tan sincera como un poema. Este madrileño en Valencia era la materialización de la certeza que sentí en Madrid.

​A pesar de las fronteras, nuestra conexión se volvió innegable. La recompensa a mi resistencia había llegado. Alfonso me pidió que fuera su novia y, hoy, con la dicha de haber encontrado un amor tan bello y puro que sanó cada herida del pasado, puedo decir que soy su prometida.

​España no fue solo un viaje; fue un mapa de carreteras del alma que, guiado por Dios, me llevó directamente a él. El hilo rojo del destino me unió a Alfonso, y por ese madrileño que me miraba desde Valencia, volveré a esa tierra que unió nuestros caminos para siempre.





                                                                               


 

 


Autora:  Ma. Gloria Carreón Zapata

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