Comencé a leer y a escribir a los cinco años. Era una época
donde los otros niños se entretenían viendo la televisión en blanco y negro,
pero yo... yo prefería mil veces la lectura. Mis vecinos opinaban que yo era
una niña muy aburrida.
Pero no lo era, ¡para nada!
Lo que ellos no sabían era mi secreto. Yo tomaba mis
cuentos de Julio Verne y me trepaba a la rama más alta de la higuera, o de
cualquier árbol, para que los otros niños no me encontraran. Era mi escondite
perfecto. Y fue de esa manera, hoja tras hoja, que pude viajar a muchísimos
lugares...
Mientras ellos estaban sentados en el sofá de su casa, yo
estaba a bordo del Nautilus explorando veinte mil leguas de viaje submarino. Me
congelaba de frío en la Antártida, buscando el centro de la Tierra, y ascendía
en globo hasta las estrellas, ¡todo sin moverme de la rama del árbol!
Los libros no son objetos aburridos. ¡Son máquinas del
tiempo y naves espaciales! Pueden llevarte a conocer dragones, a resolver
misterios en castillos antiguos, y a hacer amigos en países que ni sabías que
existían. Un libro es un portal mágico que se abre justo cuando pasas la
página.
¡Pide un Viaje a Santa!
Queridos amigos, ya casi es Navidad. Sé que les emocionan
los juguetes caros y los videojuegos, pero este año, ¿por qué no le pedimos a
Santa algo que dure mucho más que la pila o la moda?
Los juguetes se rompen.
Los libros te hacen más fuerte y más sabio.
Los videojuegos terminan.
Los libros te hacen viajar una y otra vez.
Así que, en lugar de pedir la consola más nueva, te
propongo un trato: ¡Pide un libro nuevo! O dos, o tres. Pídele a Santa un
boleto para un viaje a un lugar que solo existe en las palabras.
¡Anímate a ser un viajero secreto como yo! Pídele a Santa
Claus una aventura, ¡y que esa aventura empiece en la primera página!
Tu amiga Ma. Gloria Carreón Zapata
Imagen de Google.

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