Te entregué mi amor
sin pedir nada a cambio,
rechazando cualquier voz
que brotara del alma para advertirme;
mi sentir, ingrato, se burlaba.
Hoy, a lo lejos, contemplas mi dicha,
arrepentido de tu cruel destino.
Es tarde ya para
volver atrás:
el tiempo y la vida
hicieron lo suyo.
Desde lontananza, condenado al olvido,
maldices tu suerte; a
veces has deseado
hasta tu propia
muerte.
Mientras, yo avanzo, feliz y dichosa.
Agradezco al cielo por mi felicidad,
sintiendo en el alma el peso de tu pena.
Mas nada hay por
hacer,
la misma vida
presentó la factura.
Ma. Gloria Carreón Zapata.
@copyright.
Imagen de Google.

No hay comentarios:
Publicar un comentario