martes, 20 de mayo de 2025

EL CANTOR DE LA POETA.

 






El cantor de la poeta no era un hombre de voz imponente ni de gestos grandilocuentes.  Su canto era un susurro, una corriente subterránea que brotaba de la tierra misma, llevando consigo el aroma de la tinta fresca y el eco de los versos no escritos.

 No se paraba en escenarios iluminados, sino en rincones silenciosos, donde la luz se filtraba a través de hojas de árboles antiguos.  Su público no eran multitudes rugientes, sino las sombras de la noche, los susurros del viento entre las ramas, la paciente quietud de las piedras.

Su instrumento no era una lira reluciente, sino la propia voz, modulando las inflexiones y los silencios con una precisión milimétrica.  Cantaba los poemas de la poeta, no como una simple interpretación, sino como una transmutación.

Cada palabra, cada pausa, cada inflexión, era una pincelada que añadía nuevos matices a la obra original, revelando capas ocultas de significado.

Su voz era el puente entre la página impresa y el alma del oyente, transportando al receptor a un universo de emociones vívidas y paisajes oníricos, donde la realidad y la ficción se confundían en un abrazo embriagador.

El cantor era la encarnación misma de la poesía, un eco silencioso que resonaba en el corazón de la noche, perpetuando la obra de la poeta para la eternidad.

 

 

Autora : Ma. Gloria Carreón Zapata.

@Copyrigth.

Imagen de Google.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

EL OLVIDO, TU OLVIDO.

    Acíbar amargo es el olvido, un trago que quema la garganta,   un vacío que se expande en el pecho.   El sabor de la ausencia...