Un ángel rosa, de alas de pétalos suaves y delicados,
descendió del cielo crepuscular. Su
piel, el color de la aurora boreal, irradiaba una luz tenue, casi etérea. No trajo consigo mensajes de fuego y azufre,
sino la fragancia sutil de rosas silvestres y un silencio que resonaba con la
promesa de un amanecer eterno. Sus
pasos, apenas un roce invisible sobre la tierra, dejaron tras de sí un rastro
de pétalos que se desvanecían al contacto con el rocío de la noche. Un ángel
rosa, un susurro de esperanza en el crepúsculo del mundo.
Autora: Ma. Gloria
Carreón Zapata
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