Destellos de luz iluminan el largo andar de mi amoroso amado
en cada paso va dejando eterna huella sobre la bendita greda
como el tierno verso que me escribe cada día y en la
historia queda
sine die ésta, mi alma enamorada lo recibe con inmenso
agrado.
Testigo es el cielo de este impoluto amor que crece día con
día
puñado de luces recibe la sensible alma en un latir
constante
es el divino amor, dichosa danza dentro de nuestro ser
boyante
custodiado desde lo alto por cupido, astro, cerúleo en
vigía.
Fulgor que nace de un sentir de dos almas seducidas por la
vida
centelleo que quebranta añoranzas de vacua soledad incierta
y en un libro canto de arrullo queda para siempre el ánima
asida.
Y la historia de este nuestro sempiterno amor escrito en la
cubierta
resplandece la palabra cuando de amor habla y al fonema
unida
como candela o fuego va pintando el firmamento el andar por
la huerta.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
Fotografía San Adrián Navarra, España.
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