Todo marchaba viento en popa, Adelfa y Ernesto se amaban
tanto que comparaban su amor con el de Romeo y Julieta, no se detuvieron a
pensar en los obstáculos del camino.
Él sintiéndose amado inflado de ego por el amor que Adelfa
le profesaba comenzó a ignorarla, seguro de su amor decidió probar nuevas experiencias
dándole la espalda a quien tanto lo amaba.
Y como no se puede tapar el sol con un dedo, ella al
descubrir su deslealtad sintió caer a un profundo abismo y en contra de su
voluntad se ató la dignidad al cuello y
dijo adiós decepcionada. Lo amaba tanto que
solo anhelaba su felicidad.
Ernesto confundido después de vivir otras experiencias
reflexionó, tarde se dio cuenta que había perdido al amor de su vida por perseguir
un espejismo.
Como nada es para siempre en esta vida, al pasar el tiempo
arrepentido, después de tanto buscarla la encontró felizmente casada.
Más el perdón no le bastó para recuperarla, ella en su
nobleza lo eximió de culpas entregándole el ramillete del olvido.
Cabizbajo y taciturno deshojando la tristeza siguió su
camino vagando por la senda del extravío.
Con las manos vacías y el corazón hecho trizas al fin había
comprendido su gran error.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
Imagen tomada de Google.
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