domingo, 21 de diciembre de 2025

LA SOMBRA DE JUDAS

 






​Llegaste con el paso del que busca descanso,

con la palabra dulce, con el gesto aprendido;

yo te abrí los portales de mi pecho remanso

y te di la confianza de quien no ha sido herido.

 

​Buscabas en mis manos el favor y el sustento,

el brillo de mi lumbre para iluminar tu fosa;

te serviste de mí como el ala del viento,

mientras en tu mirada la envidia era una espina rosa.

 

​¡Qué bien sabes fingir el abrazo que cura!

¡Qué maestra es tu lengua en el arte del lazo!

Fuiste hiedra que sube por la pared más pura

para luego dejarla caer en pedazos.

 

​Me buscaste por lucro, por el bien que poseo,

vaciaste mis arcas de fe y de bondad;

y al sentirte colmada, bajo un cielo plebeyo,

me clavaste el puñal de tu falsa amistad.

 

​Pero escucha, traidora, que en tu triunfo hay condena:

el que hiere la espalda por puro interés,

beberá de su propia y amarga condena,

pues quien mata un amigo, se mata a la vez.

 

​Yo me quedo con mi alma, herida pero entera,

con la luz que es solo mía y que no pudiste robar;

tú te quedas al frío, fuera de mi frontera,

con el peso del acero que no deja de quemar.

 

 

Autora : Ma. Gloria Carreón Zapata.

@copyright.

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