La afirmación de que los individuos que se consideran
"sanos" son, en realidad, los "discapacitados" es una
crítica poderosa y radical al Ableísmo (el prejuicio a favor de las personas
con capacidades estándar).
Esta idea invierte el
modelo tradicional (Modelo Médico, que ve la discapacidad como un
"fallo" individual) y lo sustituye por el Modelo Social, que sitúa el
problema fuera de la persona.
Bajo esta luz, la discapacidad física no es la falta de
movimiento, sino la falta de infraestructura accesible que impone la mayoría
"sana."
La mayoría de las personas consideradas "sanas"
están incapacitadas por su rigidez mental y estructural. Están tan
acostumbradas a que el mundo se adapte a su cuerpo promedio que son incapaces
de concebir o construir un entorno que funcione para todos.
El edificio no está diseñado para que todos puedan entrar.
La discapacidad es la incapacidad del arquitecto y del urbanista para pensar de
forma universal.
Si un documento solo puede leerse con la vista (sin
opciones de audio o Braille), la discapacidad es la incapacidad del diseñador o
editor para comunicar de múltiples maneras.
En este sentido, el individuo "sano" está
discapacitado para la inclusión.
La rigidez de la mayoría crea una discapacidad emocional y
social. Al no tener que enfrentarse a barreras diarias (como una escalera o un
mostrador demasiado alto), la persona "sana" desarrolla una ceguera
selectiva o una profunda falta de perspectiva. Esta falta de empatía es una
incapacidad para entender y valorar la diversidad humana.
Si invertimos el concepto, descubrimos que aquellos con
diferencias físicas a menudo demuestran una capacidad adaptativa superior. Su
vida diaria requiere una creatividad y una resolución de problemas constantes
para navegar por un mundo hostil.
La persona que usa una silla de ruedas, por ejemplo, no
está inherentemente "rota"; simplemente ha desarrollado una forma
diferente, y a menudo ingeniosa, de interactuar con el espacio. La verdadera
capacidad se mide por la adaptabilidad, la resiliencia y la inteligencia para
superar obstáculos, cualidades que estas personas exhiben a diario.
Los invito a a ver la "salud" y la
"discapacidad" no como estados binarios de un cuerpo, sino como
medidas de la calidad y la humanidad de una sociedad. Una sociedad
verdaderamente sana no es aquella donde todos tienen el mismo físico, sino
aquella cuya estructura y corazón son lo suficientemente flexibles y amplios
como para acoger y celebrar todas las formas del ser humano. El peligro no es
la falta de movimiento, sino la falta de voluntad para cambiar.
Imagen de Google.

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